Camino a Belén |
La iglesia siempre ha llamado a este tercer domingo de Adviento el domingo de la alegría o “Gaudete” y se debe a que toda la celebración nos anuncia a Jesucristo como la causa de nuestra alegría. Ya la misma antífona de entrada nos lo anuncia, “estad alegres en el Señor; os lo repito estad alegres. El Señor esta cerca” Isaías anuncia: “se alegrará el páramo y la estepa”.
El adviento nos trae la Buena Nueva de la salvación, nos trae a Jesús. Y el adviento nos muestra que es Jesús el verdadero esperado de los tiempos y que es la promesa cumplida. La salvación se obra para bien del hombre; “los cojos andan, los ciegos ve, los sordos oyen” es el cumplimiento de la profecía de Isaías.
Estimados amigos:Una de las causas de esa alegría es la humildad.
¡ Qué difícil resulta vivir esta virtud ! Difícil.
Pero que fácil es ver y sentir como la vivían María y José mientras
esperaban el Nacimiento del Hijo de Dios.
Me gustaría extenderme y escribir sobre ella, pero no me es posible ahora.
Invito desde aquí a todos a que meditemos sobre esta virtud de la humildad, para disfrutar de la serenidad de la alegría.
Oración
Estás viendo, Señor, cómo tu pueblo espera con fe la fiesta del
nacimiento de tu Hijo; concédenos llegar a la Navidad, fiesta de
gozo y salvación, y poder celebrarla con alegría desbordante. (Laudes 11.12.11)
En el gozo por la espera del Salvador y por ser testigos de su Buena Nueva, encendamos nuestra tercera vela de la Corona de Adviento.
Señor, Tú eres la salud,
Tú viniste para darnos vida.
Tú curas nuestras heridas y
nos invitas a compartir tu
vivir para los demás.
Gracias, Señor, porque has
compartido nuestra vida y,
amándonos hasta el final, nos
has revelado que sólo el
amor sana y salva.
Amén.
Corona del III Domingo de Adviento |
Amén
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