SAN AGUSTIN

¿Cómo aprender Humildad? ¡Sólo con humillaciones!
(Beata Teresa de Calcuta)

...Llenaos primero vosotros mismos; sólo así podréis dar a los demás. (San Agustín)

Dios no pretende de mí que tenga éxito. Sólo me exige que le sea fiel.
(Beata Teresa de Calcuta)

GOTA

... lo que hacemos es tan solo una gota en el mar, pero el mar sería menos si le faltara esa gota.
(Beata Teresa de Calcuta)

Contento, Señor, Contento (San Alberto Hurtado)

...y ESO ES LA SANTIDAD, DEJAR QUE EL SEÑOR ESCRIBA NUESTRA HISTORIA... (Papa Francisco)

«No ser, no querer ser; pisotear el yo, enterrarlo si posible fuera...».
(Santa Ángela de la Cruz)

Reconoce cristiano, tu dignidad, que el Hijo de Dios se vino del Cielo, por salvar tu alma. (San León Magno)

domingo, 31 de mayo de 2015

HOY ÚLTIMO DÍA DEL MES DE MAYO




Sí, hoy es el último día del mes de Mayo, mes dedicado a la Virgen María  en la Iglesia Católica.
Me lo acaban de recordar en un correo.
Este día en mi colegio de primaria, organizaban una Procesión por los patios y zonas de deporte y todos los alumnos íbamos tras la imagen cantando, rezando, despidiendo y finalizanto así las actividades marianas celebradas durante ese mes.

Es un buen momento para examen personal, cuanto he rezado con Ella, cuantas cosas le he pedido, a cuantas personas encomendé a su maternidad intercesora, cuando la pude disgustar, como le mostré mi agradecimiento...
Nunca la olvidemos, en los sábados de todo el año, en sus fiestas y solemnidades...en el rezo diario del Santo Rosario, en el Ángelus o el Regina Coeli...Ella está esperándonos


                                                                            RECEMOS

SOLEMNIDAD DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD




SERMÓN PARA LA DOMINICA DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD.

 POR SAN ALFONSO MARÍA DE LIGORIO


AMOR DE LAS TRES DIVINAS PERSONAS HACIA EL HOMBRE

Euntes ergo docete omnes gentes, baptizantes eos in nomine Patris et Filii et Spiritus Sancti.

«Id pues, e instruid a todas las naciones, bautizándolas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo».

(Matth. XXXVIII, 19)
El pontífice San León escribe, que la naturaleza de Dios es la misma bondad, por esencia: Deus cujus natura bonitas. La Bondad es, naturalmente, comunicativa por sí misma: Bonum est sui diffusivum. Y en efecto; se ve por la experiencia, aún entre los hombres, que las personas de buen corazón tienen mucho amor a todos, y desean comunicar a los demás los bienes de que gozan. Por esta razón, Dios, que es bondad infinita está lleno de amor hacia nosotros, que somos sus criaturas, como nos lo asegura San Juan, diciéndonos: «Dios es todo amor»: Deus charitas est. (I. Joann. VI, 8) Este es el motivo de que tiene un sumo deseo de hacernos participantes de sus bienes. La misma fe nos enseña, que las tres divinas Personas han amado mucho al hombre y le han enriquecido con los dones divinos. Cuando Jesucristo dijo a los Apóstoles: Docete omnes gentes baptizantes eos in nomine Patris et Filii et Spiritus Sancti: «Instruid a todas las naciones en el nombre del Padre  y del Hijo y del Espíritu Santo», no solamente quiso que las instruyesen en el ministerio de la santísima Trinidad, sino que les diesen a conocer el amor que esta Trinidad tuvo al hombre. Por este motivo me he propuesto hoy, oyentes míos, demostraros:

Punto 1. El amor que nos manifestó el Padre cuando nos creó.

Punto 2. El amor que nos tuvo el Hijo cuando nos redimió.

Punto 3. El amor del Espíritu Santo cuando nos santificó.


EL AMOR QUE MANIFESTÓ EL PADRE AL CREARNOS

1. «Hijo mío, -dice Dios- yo te he amado con perpetuo y no interrumpido amor; y por eso; misericordioso, te atraje a mí». (Jer. XXXI, 3). De estas palabras se infiere, amados oyentes míos, que entre todos los que nos aman son nuestros padres; pero ellos no nos aman jamás sino después que nos han conocido. Empero Dios nos amaba ya antes de que nosotros existiéramos. Todavía no existían en el mundo nuestros padres, cuando ya nos amaba Dios; o por decirlo mejor, todavía no estaba creado el mundo, y ya nos amaba el Señor. ¿Y cuánto tiempo antes de crear el mundo nos amaba Dios? ¿Acaso mil años o mil siglos? No solamente mil siglos antes de la creación, sino que nos amaba desde la eternidad, como nos dice por Jeremías con estas palabras:In charitate perpetua dilexi te. Desde que Dios es Dios, siempre nos ha amado: desde que se amó a si mismo, siempre nos amó. Este pensamiento hacía decir a la virgen santa Inés: «Estoy comprometida con otro amador». Cuando las criaturas exigen de ella que las amase, siempre les respondía: «Yo no puedo preferir las criaturas a mi Dios; Él es el primero que me amó, y es justo que yo le prefiera que otro amor».
2. Por tanto, hermanos míos, sabed que Dios os amó desde la eternidad, y solamente por el amor que os tenía, os distinguió entre tantos hombres que podía haber creado en vuestro lugar, y dejándolos a ellos en la nada, os dió el ser a vosotros y os hizo salir al mundo. Por el amor que nos tiene, creó también tantas otras hermosas criaturas, para que nos sirviesen y nos recordasen el amor que nos ha tenido y el que le debemos por gratitud. Por esto decía san Agustín: «El Cielo y la tierra y todos los seres están diciendo que te ame». Cuando el santo miraba el sol, las estrellas, los montes, el mar y los ríos, creía que todas las criaturas le decían: Agustín, ama a Dios, porque Él nos ha creado por ti para que tu le ames. El abad Rancé, fundador de la Trapa, cuando veía las colinas, las fuentes y las flores, decía que todas estas criaturas le recordaban el amor que Dios le tenía. También santa Teresa solía decir, que estas criaturas le echaban en cara su ingratitud para con Dios. Cuando santa María Magdalena de Pazis tenía en la mano alguna hermosa flor, sentía su corazón herido como de una saeta, y embellecida en el amor divino, decía en su interior: «¡Con qué mi Dios pensó desde la eternidad en crear esta flor o este fruto por mi amor con el fin de que yo le amase!»
3. Además, viendo el Padre eterno, que nosotros estábamos condenados al Infierno por nuestras culpas, movido del grande amor que nos tenía, envió a su Hijo al mundo a morir en una cruz para librarnos del Infierno, y llevarnos consigo al Paraíso, como dice san Juan por estas palabras: «Tanto amó Dios a los hombres, que no paró hasta dar por ellos a su Hijo unigénito. (Joann. III, 16). Amor, que con razón llama el Apóstol, excesivo, en el capítulo II, v. 4 de su Epístola a los de Efeso: Propter nimium charitatem suam, qua dilexit nos, et cum essemus mortui peccatis, vivificavit nos in Christo.
4. Contemplemos, además, el especial amor que nos manifestó, haciéndonos nacer en países cristianos y en el gremio de la verdadera Iglesia Católica. ¡Cuántos nacen todos los días entre los gentiles, entre los judíos, entre los mahometanos, y entre los herejes, todos los cuales se condenan! Considerad, que con respecto al gran número de éstos, pocos son los hombres que tienen la suerte de nacer donde reina la verdadera fe, pues no llegan a la décima parte, y entre estos pocos nos ha hecho nacer Dios. ¡Oh, que don tan inmenso y apreciable es de la fe! ¡Cuántos millones de almas hay entre los infieles que están privados de los sacramentos, de la palabra divina, de los ejemplos de los buenos, y de todos los otros auxilios que tenemos en la Iglesia para salvarnos! Pues todos estos grandes auxilios quiso concedernos a todos nosotros el Señor, sin que nosotros lo mereciésemos, antes preveía nuestros grandes crímenes; porque cuando Dios pensaba crearnos y concedernos estas gracias, ya veía de antemano nuestros pecados y lo mucho que habíamos de injuriarle.

EL AMOR QUE NOS TUVO EL HIJO CUANDO NOS REDIMIÓ

5. Nuestro primer padre Adán, por haber comido el fruto prohibido fue condenado miserablemente a la muerte eterna con toda su descendencia. Viendo Dios que todo el género humano había perecido, determinó enviar un Redentor para salvar a los hombres. ¿A quién enviará para que los redima? ¿enviará a un ángel o a un serafín? No, porque el mismo Hijo de Dios, sumo y verdadero como el Padre, se ofrece a bajar a la tierra para tomar en ella carne humana, y morir por la salvación del género humano. ¡Oh prodigio admirable del amor divino! El hombre desprecia a Dios, como dice san Fulgencio, y se separa de Dios; y Dios viene a la tierra a buscar al hombre rebelde, movido del grande amor que le tiene. Viendo que a nosotros no nos era permitido acercarnos al Redentor, como dice san Agustín, no se desdeñó el Redentor de acercarse y venir a nosotros. ¿Y porqué quiso Jesucristo venir a nosotros? El mismo santo Doctor lo dice por estas palabras: «Vino Cristo al mundo, para que conociese el hombre lo mucho que Dios le ama».
6. Por eso escribió el Apóstol a Tito: «Dios nuestro Salvador ha manifestado su benignidad y su amor». (Tit. III, 4). Y en el texto griego se lee: «se ha manifestado el singular amor de Dios para con los hombres». San Bernardo escribe sobre el mismo texto, que antes que apareciese Dios en la tierra en la forma de siervo, hecho semejante a los demás hombres, no podían llegar a comprender los hombres la grandeza de la bondad divina: «por esta razón el Verbo eterno tomó carne humana, para que presentándose como hombre, conociesen los hombres su bondad». (S. Bern. serm. 1, in Epiph). ¿Y que mayor amor, que mayor bondad podía manifestarnos el Hijo de Dios, que hacerse hombre como nosotros? ¡Oh suma bondad de Dios! Se hizo gusano como nosotros para que nosotros no quedásemos perdidos. ¿No sería una maravilla ver, que un príncipe se convertía en gusano, para salvar a los gusanos de su reino? Pues cuanta mayor maravilla es ver, que un Dios se hizo hombre como nosotros para salvarnos de la muerte eterna?Verbum caro factum est: «El verbo se hizo carne». (Joann. I, 14). Pero ¿quién vió jamás hacerse carne un Dios? ¿Quién pudiera creerlo, si no nos lo asegurase la fe?  Ved aquí, dice san Pablo, «a un Dios casi reducido a la nada». (Philp. II 7). Con estas palabras nos manifiesta el Apóstol, que el Verbo que estaba lleno de majestad y de gloria, quiso humillarse y tomar la condición humilde y débil de la naturaleza humana, revistiéndose de la naturaleza de siervo, y haciéndose en forma semejante a los hombres; aunque, como observa san Juan Crisóstomo, no era simple hombre, sino hombre y Dios juntamente. Oyendo cantar un día a un diácono, aquellas palabras de san Juan: Et verbum caro factum est, salió fuera de sí mismo, dando un fuerte grito, y arrobado, voló por el aire en la iglesia hasta ponerse junto al santísimo Sacramento.
7. No se contentó empero, el Verbo encarnado, no le bastó a este Dios enamorado de los hombres, sino que quiso, además, vivir entre nosotros como el último, el más vil y despreciable de los hombres, como lo había predicho el profeta Isaías (LIII, 2 y 3) «No es de aspecto bello, ni es esplendoroso; nosotros le hemos visto… despreciado y el deshecho de los hombres, varón de dolores, porque fue formado de intento para estar siempre atormentado y perseguido hasta la muerte; pues desde que nació, hasta que murió, estuvo padeciendo por nuestro amor».
8. Y como había venido para hacerse amar de los hombres, según escribe san Lucas con aquellas palabras: «Yo he venido a poner fuego en la tierra, y, ¿que he de querer sino que arda?» (Luc. XII, 49); quiso darnos al fin de su vida las señales y pruebas más evidentes del amor que nos profesaba. Como hubiese amado a los suyos que vivían en el mundo, los amó hasta el fin (Joann. XIII, 1). Y no solamente se humilló hasta morir por nosotros, sino que quiso elegir una muerte la más amarga y afrentosa de todas. Y esta es la razón de decir del Apóstol en la Epístola a los Filipenses (II, 8): «se humilló a si mismo haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz». El que entre los hebreos moría crucificado, era maldecido y vituperado por todo el pueblo Leemos en la Santa Escritura: «Es maldito el que está colgado del madero». (Deut. XXI, 23) Por esta razón también quiso terminar así su vida nuestro divino Redentor, muriendo afrentado en una cruz, cercado de ignominias y dolores, como había vaticinado el profeta David por estas palabras: «Llegué a alta mar y sumergióme la tempestad». (Psal. LXVIII, 3).
9. Escribe san Juan en su primera Epístola (III, 16), que conocimos el amor que Dios nos tenía, en que dió el Señor su vida por nosotros. Y en verdad; ¿cómo podía Dios manifestarnos más claramente su amor, que dando su vida por nosotros? Y ¿cómo es posible ver todo un Dios muerto por nosotros en una cruz, y no amarle? Por esto dice san Pablo en su segunda Epístola a los Corintios (v. 14); que el amor de Cristo nos urge. Por estas palabras nos advierte, que nos obliga  y nos mueve a amarle, no tanto lo que Cristo hizo y padeció por nosotros, cuanto el amor que nos manifestó padeciendo y muriendo por el género humano. Murió por todos los hombres, como añade el mismo Apóstol, para que los que viven, no vivan ya para sí, sino para el que murió. (II. Cor. v, 15). Y a fin de granjearse  todo nuestro amor, no contento con haber dado su vida por nosotros, quiso además quedarse Él mismo en el sacramento de la Eucaristía, para servirnos de manjar cuando dijo: «Tomad y comed; este es mi cuerpo» (Matth. XXIV, 26). Y ¿quién creyera una fineza como esta, si no nos la asegurase la fe?

EL AMOR QUE NOS MANIFESTÓ EL ESPÍRITU SANTO CUANDO NOS SANTIFICÓ

10. No contento el eterno Padre con habernos dado a Jesucristo su Hijo, para que nos salvase con su muerte, quiso darnos también el Espíritu Santo, para que habitase en nuestras almas y las tuviese continuamente inflamadas de su santo amor. Jesucristo mismo, a pesar de los malos tratamientos de los hombres en este mundo, olvidado de su ingratitud después de su ascensión a los Cielos, nos envió desde allí el Espíritu Santo, para que con su amor encendiese en nosotros la caridad divina y nos santificase. He ahí por que el Espíritu Santo, cuando descendió al Cenáculo, quiso dejarse ver en figura de lenguas de fuego. Y he ahí también, porque pide la Iglesia al Señor, que nos inflame  el Espíritu con aquél fuego que Jesucristo envió a la tierra, anhelando que ardiese. Este es aquél santo fuego que ha inflamado después a los santos para obrar grandes cosas por amor de Dios, para amar a sus más crueles enemigos, para desear los desprecios, para renunciar las riquezas y honores mundanos, y para abrazar con alegría los tormentos y la muerte.
11. El Espíritu Santo es aquella unión divina que hay entre el Padre y el Hijo, y el que una nuestras almas con Dios por medio del amor, cuyo efecto es unir los corazones y las almas justas con Dios, como dice san Agustín: Los lazos del mundo son lazos de muerte; pero los del Espíritu Santo sonlazos de vida eterna, puesto que nos unen con Dios, que es nuestra vida verdadera que no ha de tener fin.
12. Debemos también estar en la inteligencia, de todas las luces, todas las inspiraciones divinas, y todos los actos buenos que hemos practicado en toda nuestra vida, de dolor de nuestros pecados, de confianza en la misericordia de Dios, de amor y resignación: todos han sido dones del Espíritu Santo. Y el Apóstol añade, que el Espíritu Santo ayuda nuestra flaqueza, porque, no sabiendo nosotros siquiera que hemos de pedir en nuestras oraciones, ni como conviene hacerlo, el mismo Espíritu produce en nuestro interior nuestras peticiones a Dios con gemidos que son inexplicables. (Rom. VIII, 26).
13. En suma, toda la Santísima Trinidad se ha ocupado de manifestarnos el amor que Dios nos tiene, para que nosotros le correspondamos con gratitud; porque como dice san Bernardo, amándonos Dios, no busca otra cosa que ser amado de nosotros. Es muy justo, pues, que nosotros amemos a Dios, ya que Dios nos amó primero, y nos obligó a que le amemos con tantas finezas como nos dispensó. ¡Oh que tesoro tan precioso es el amor! Es también infinito, porque nos hace adquirir la amistad de Dios, como dice Salomón por estas palabras: «Es un tesoro infinito para los hombres, que cuantos se han validado de él, los ha hecho partícipes de la amistad de Dios». (Sap. VII, 14). Para adquirirlo es necesario apartar el corazón de las cosas terrenas. Por eso decía Santa Teresa: Aparta tu corazón de las criaturas y hallarás a Dios. En un corazón lleno de las cosas de la tierra, no tiene cabida el amor divino. Por esto suplicamos siempre al Señor en nuestras oraciones, y en las visitas al Santísimo Sacramento, que nos otorgue su santo amor, para que nos haga perder el afecto de las cosas del mundo. San Francisco de Sales dice que cuando se quema la casa todo se tira por la ventana. Quería manifestar con estas palabras, que cuando un alma está inflamada de amor divino, ella misma se aparta de todas las cosas de la tierra.
14. En el Cantar de los Cantares de Salomón leemos, que «el amor es fuerte como la muerte» (Cant. VIII, 6). Quieren decir estas palabras, que así como no hay fuerza creada que resista a la muerte, cuando ha llegado su hora, así no hay dificultad que una alma amante de Dios no venza con el amor. Cuando se trata de complacer a la persona amada, el amor vence todas las dificultades, dolores, pérdidas e ignominias, porque no hay dificultad ninguna que no pueda vencer el amor. El amor hacia los santos mártires, en medio de los tormentos, sobre los ecúleos y las parrillas alabasen y diesen gracias a Dios, porque les concedía padecer por su amor; y que otros santos, luego que faltaron los tiranos, se convirtieran ene verdugos de sí mismos con los ayunos y penitencias, por dar gusto a Dios. San Agustín dice: «No se experimenta fatiga ninguna cuando uno hace aquello que ama; y  si alguna se experimenta es amada por el mismo que la sufre»: In eo quod amatur, aut non laboratur, aut ipse labor amatur.



San Agustín y la Santísima Trinidad

Estaba Agustín paseando por la playa pensando sobre el Misterio de la Santísima Trinidad; ¿cómo era eso que: El Padre es El Hijo, El Hijo es El Padre, EL Padre y El Hijo son El Espíritu Santo, y que El Espíritu Santo es el Padre y El Hijo, etc.

Por supuesto que su cerebro mortal no concebía la idea, más bien, se enredaba cada vez más.
En eso vio a un niño que estaba, con una pequeña conchita, sacando el agua del mar y echándola en un pocito en la arena.
¿Qué haces niño? – preguntó Agustín.
¿No lo ves?, estoy sacando toda el agua del mar para vaciarla en este pocito – dijo el niño.
Pero… ¿no te das cuenta que eso es imposible? – replicó Agustín.
Agustín – le dijo el niño – es mucho más fácil que yo logre hacer esto, que tú comprendas el Misterio de la Santísima Trinidad.







jueves, 28 de mayo de 2015

JESUCRISTO, SUMO Y ETERNO SACERDOTE



A ti, sumo y eterno Sacerdote

de la nueva alianza,

se ofrecen nuestros votos y se elevan

los corazones en acción de gracias.

Desde el seno del Padre, descendiste

al de la Virgen Madre;

te haces pobre, y así nos enriqueces;

tu obediencia, de esclavos libres hace.

Tú eres el Ungido, Jesucristo,

el Sacerdote único;

tiene su fin en ti la ley antigua,

por ti la ley de gracia viene al mundo.

Al derramar tu sangre por nosotros,

tu amor complace al Padre;

siendo la hostia de tu sacrificio,

hijos de Dios y hermanos tú nos haces.

Para alcanzar la salvación eterna,

día a día se ofrece

tu sacrificio, mientras, junto al Padre,

sin cesar por nosotros intercedes.

A ti, Cristo pontífice, la gloria

por los siglos de los siglos;

tú que vives y reinas y te ofreces

al Padre en el amor del Santo Espíritu. Amén.

TARDE TE AMÉ



Del Oficio de Lecturas de ayer 27.5.15
Toda mi esperanza está puesta en tu gran misericordia
San Agustín
Confesiones 10,26,37-29,40
Señor, ¿dónde te hallé para conocerte -porque ciertamente no estabas en mi memoria antes que te conociese-, dónde te hallé, pues, para conocerte, sino en ti mismo, lo cual estaba muy por encima de mis fuerzas? Pero esto fue independientemente de todo lugar, pues nos apartamos y nos acercamos, y, no obstante, esto se lleva a cabo sin importar el lugar. ¡Oh Verdad!, tú presides en todas partes a todos los que te consultan y, a un mismo tiempo, respondes a todos los que te interrogan sobre las cosas más diversas.
Tú respondes claramente, pero no todos te escuchan con claridad. Todos te consultan sobre lo que quieren, mas no todos oyen siempre lo que quieren. Optimo servidor tuyo es el que no atiende tanto a oír de ti lo que él quisiera, cuanto a querer aquello que de ti escuchare.
¡Tarde te amé, Hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé! Y tú estabas dentro de mí y yo afuera, y así por fuera te buscaba; y, deforme como era, me lanzaba sobre estas cosas hermosas que tú creaste. Tú estabas conmigo, mas yo no estaba contigo. Reteníanme lejos de ti aquellas cosas que, si no estuviesen en ti, no existirían. Me llamaste y clamaste, y quebrantaste mi sordera; brillaste y resplandeciste, y curaste mi ceguera; exhalaste tu perfume y lo aspiré, y ahora te anhelo; gusté de ti, y ahora siento hambre y sed de ti; me tocaste, y deseé con ansia la paz que procede de ti.
Cuando yo me adhiera a ti con todo mi ser, ya no habrá más dolor ni trabajo para mí, y mi vida será realmente viva, llena toda de ti. Tú, al que llenas de ti, lo elevas, mas, como yo aún no me he llenado de ti, soy todavía para mí mismo una carga. Contienden mis alegrías, dignas de ser lloradas, con mis tristezas, dignas de ser aplaudidas, y no sé de qué parte está la victoria.
¡Ay de mí, Señor! ¡Ten misericordia de mí! Contienden también mis tristezas malas con mis gozos buenos, y no sé a quién se ha de inclinar el triunfo. ¡Ay de mí, Señor! ¡Ten misericordia de mí! Yo no te oculto mis llagas. Tú eres médico, y yo estoy enfermo; tú eres misericordioso, y yo soy miserable.
¿Acaso no está el hombre en la tierra cumpliendo un servicio? ¿Quién hay que guste de las molestias y trabajos? Tú mandas tolerarlos, no amarlos. Nadie ama lo que tolera, aunque ame el tolerarlo. Porque, aunque goce en tolerarlo, más quisiera, sin embargo, que no hubiese qué tolerar. En las cosas adversas deseo las prósperas, en las cosas prósperas temo las adversas. ¿Qué lugar intermedio hay entre estas cosas, en el que la vida humana no sea una lucha? ¡Ay de las prosperidades del mundo, pues están continuamente amenazadas por el temor de que sobrevenga la adversidad y se esfume la alegría! ¡Ay de las adversidades del mundo, una, dos y tres veces, pues están continuamente aguijoneadas por el deseo de la prosperidad, siendo dura la misma adversidad y poniendo en peligro la paciencia! ¿Acaso no está el hombre en la tierra cumpliendo sin interrupción un servicio?
Pero toda mi esperanza estriba sólo en tu muy grande misericordia.

domingo, 24 de mayo de 2015

PENTECOSTÉS 2015


Cincuenta días después de la Pascua , el Señor envía al Espíritu Santo. Aniversario fundacional de la Iglesia y en mi ciudad, Málaga, se celebrará en la Catedral, el día del Apostolado Seglar, el día reservado a los laicos.
No se celebró Vigilia de Pentecostés en esa Catedral, aunque sí en dos parroquias, que recuerde.
Nosotros, un grupo de laicos nos hemos reunido en una capilla y entre rezos y cantos en penumbra, hemos esperado la Luz del Espíritu que llegó simbolicamente con el encendido de todas las luces de la capilla.
En este tiempo de Evangelización que el Papa nos pide poner en marcha y el recuerdo orante de los cristianos perseguidos, han estado presentes en nuestra humilde Vigilia, que esperamos mejorar  cada año, para así recibir los Dones y Frutos del Espíritu Santo que mas convenga al Servicio del Señor .
Feliz y Santo Día a todos,


Ven, Espíritu divino, 

manda tu luz desde el cielo. 

Padre amoroso del pobre; 

don, en tus dones espléndido; 

luz que penetra las almas; 

fuente del mayor consuelo.



Ven, dulce huésped del alma, 

descanso de nuestro esfuerzo, 

tregua en el duro trabajo, 

brisa en las horas de fuego, 

gozo que enjuga las lágrimas

y reconforta en los duelos. 



Entra hasta el fondo del alma,

divina luz, y enriquécenos. 

Mira el vacío del hombre,

si tú le faltas por dentro; 

mira el poder del pecado, 

cuando no envías tu aliento. 



Riega la tierra en sequía, 

sana el corazón enfermo, 

lava las manchas, infunde

calor de vida en el hielo, 

doma el espíritu indómito, 

guía al que tuerce el sendero. 



Reparte tus siete dones, 

según la fe de tus siervos; 

por tu bondad y tu gracia, 

dale al esfuerzo su mérito; 

salva al que busca salvarse 

y danos tu gozo eterno.


jueves, 21 de mayo de 2015

CANONIZACIÓN PROBABLE DE LA BEATA TERESA DE CALCUTA

LA FECHA QUE SE BARAJA ES EL 4 DE SEPTIEMBRE DE 2016
El Papa canonizará a la Madre Teresa de Calcuta durante el Año de la Misericordia
Paloma García Ovejero, corresponsal de COPE en Roma
Martes 19/05/2015
El Papa Francisco habría confirmado este lunes en la reunión con los jefes de los Dicasterios de la Curia Romana su intención de canonizar a la fundadora de las Misioneras de la Caridad durante el Año Jubilar de la Misericordia

VEN, SE MI LUZ...


Tal y como ha adelantado la Cadena COPE en el programa “El Espejo”, el Papa Francisco quiere canonizar a la Madre Teresa de Calcuta durante el año jubilar dedicado a la Misericordia. La fecha sobre la que se trabaja, de momento como hipótesis, es el 4 de septiembre de 2016 porque es el domingo más cercano a la fecha de su muerte, que fue el 5 de septiembre del 97. Pero, en cualquier caso, fuentes de Secretaría de Estado confirman a la Cadena COPE que la fundadora de las Misioneras de la Caridad será santa antes de que termine el año jubilar.

La noticia ha saltado porque este lunes el Papa mantuvo una primera reunión con todos los jefes de dicasterio de la Curia Romana, precisamente para empezar a trabajar con las propuestas que se desarrollarán entre el 8 de diciembre de 2015 (festividad de la Inmaculada, apertura del Año Jubilar) y el 20 de noviembre de 2016 (festividad de Cristo Rey, clausura). Y según ha sabido COPE, fue en ese encuentro a puerta cerrada donde el papa expresó su deseo de canonizar a la beata albanesa y el cardenal Amato, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, propuso la fecha del 4 de septiembre de 2016. También se contemplaron otras ideas, que acompañarán a la canonización de la Madre Teresa de Calcuta, como la presencia en Roma de las reliquias del Padre Pío de Pietrelcina.

En cualquier caso, la Santa Sede no ha anunciado oficialmente todavía ninguna fecha, puesto que estamos en la fase preliminar, es decir, aún son hipótesis y propuestas de trabajo. Tampoco se ha aprobado todavía un milagro concreto atribuido a la beata Teresa de Calcuta, si bien no es requisito obligado, puesto que en la Iglesia existe la fórmula de la canonización equipolente, y el Papa Francisco la ha aplicado ya en varias ocasiones durante su pontificado.

domingo, 17 de mayo de 2015

SOLEMNIDAD DE LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR



Nadie asciende al cielo, sino el que desciende del cielo
San Agustín
Sermón sobre la Ascensión del Señor, Mai 98, 1-2
Nuestro Señor Jesucristo ascendió al cielo tal día como hoy; que nuestro corazón ascienda también con él.
Escuchemos al Apóstol: Ya que habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios; aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra. Y así como él ascendió sin alejarse de nosotros, nosotros estamos ya allí con él, aun cuando todavía no se haya realizado en nuestro cuerpo lo que nos ha sido prometido.
Él fue ya exaltado sobre los cielos; pero sigue padeciendo en la tierra todos los trabajos que nosotros, que somos sus miembros, experimentamos. De lo que dio testimonio cuando exclamó:Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Así como, tuve hambre, y me disteis de comer.
¿Por qué no vamos a esforzarnos sobre la tierra, de modo que gracias a la fe, la esperanza y la caridad, con las que nos unimos con él, descansemos ya con él en los cielos? Mientras él está allí, sigue estando con nosotros; y nosotros, mientras estamos aquí, podemos estar ya con él allí. Él realiza aquello con su divinidad, su poder y su amor; nosotros, en cambio, aunque no podemos llevarlo a cabo como él con la divinidad, sí que podemos por el amor hacia él.
No se alejó del cielo, cuando descendió hasta nosotros; ni de nosotros, cuando regresó hasta él. Él mismo es quien asegura que estaba allí mientras estaba aquí: nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre que está en el cielo.
Esto se refiere a la unidad, ya que es nuestra cabeza, y nosotros su cuerpo. Y nadie, excepto él, podría decirlo, ya que nosotros estamos identificados con él, en virtud de que él, por nuestra causa, se hizo Hijo del hombre, y nosotros, por él, hemos sido hechos hijos de Dios.
En este sentido dice el Apóstol: Lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo. No dice: «Así es Cristo», sino: Así es también Cristo. Por tanto, Cristo es un solo cuerpo formado por muchos miembros.
Bajó, pues, del cielo por su misericordia, pero ya no subió él solo, puesto que nosotros subimos también en él por la gracia. Así, pues, Cristo descendió él solo, pero ya no ascendió él solo; no es que queramos confundir la dignidad de la cabeza con la del cuerpo, pero sí afirmamos que la unidad de todo el cuerpo pide que éste no sea separado de su cabeza.




miércoles, 13 de mayo de 2015

FÁTIMA : EL 13 DE MAYO LA VIRGEN MARÍA BAJÓ DE LOS CIELOS A COVA DE IRÍA









AVE MARIA

Ave María, 

gratia plena, 
Dominus tecum, 
benedicta tu in muliéribus, 
et benedictus fructus ventris tui Iesus.

Sancta Maria, Mater Dei, 

ora pro nobis peccatoribus, 
nunc et in ora mortis nostrae. 
Amen.










viernes, 1 de mayo de 2015

MADRE TERESA Y LA VIRGEN MARÍA



"Pensamientos sobre la Santísima Virgen María",
 de la Madre Teresa de Calcuta.

  • María es nuestra Madre, la causa de nuestra alegría. Por ser Madre, yo jamás he tenido dificultad alguna en hablar con María y en sentirme muy cercana a Ella.
  • Nuestra Señora nos ofrece las mejores lecciones de humildad. Aunque estaba llena de gracia, se proclamó esclava del Señor. Aun siendo Madre de Dios, fue a visitar a su prima Isabel para hacer las tareas del hogar. Aunque concebida sin mancha, se encuentra con Jesús humillado con la cruz a cuestas camino del Calvario y permanece al pie de la cruz como una pecadora necesitada de redención.
  • Sorprende la humildad con que se inició el misterio de la Redención. Porque Dios no envió al arcángel Gabriel a un palacio de gente ilustre y rica, sino a la joven doncella María, que vivía en una humilde casita de Nazaret. Por otra parte, María no hizo más que una pregunta: ¿Cómo puede ser esto?  -El angel le dio una sencilla explicación, y ella, la Llena de Gracia, no pretendió saber más.
  • Todos tenemos presente la escena del banquete nupcial descrito en el Evangelio (Jn. 2, 3).    Había mucha gente, pero sólo María se percató de que el vino empezaba a escasear.    Tuvo compasión de aquella joven pareja y quiso evitarle la humillación de no tener vino suficiente para los invitados.    ¿Qué hizo?    -Sin llamar la atención, con serenidad, dejó la sala (porque en las fiestas judías mujeres y hombres estaban separados entre sí) y, acercándose a Jesús, le dijo con total sencillez: -No tienen vino.    Ahí se nota la caridad de María.     Advierte las necesidades de los demás y se las comunica a Jesús con toda delicadeza.
  • A María, nuestra Madre, le demostraremos nuestro amor trabajando por su Hijo Jesús, con Él y para Él.
  • Deberíamos hacer con los pobres lo que hizo María con su prima Isabel: ponernos a su servicio.
  • Oigamos a María para que nos enseñe, como hizo con su Hijo Jesús, a ser mansos y humildes de corazón, y de esta manera poder dar gloria a nuestro Padre que está en los cielos.

  • Suelo recomendar el rezo de la siguiente oración:
"María, Madre de Jesús  y de cuantos participan de su ministerio sacerdotal,
acudimos a Ti como hijos que acuden a su Madre.
Ya no somos niños, sino adultos que de todo corazón desean ser hijos de Dios.
Nuestra condición humana es débil; 
por eso venimos a suplicar tu ayuda maternal 
para conseguir sobreponernos a nuestras debilidades.
Ruega por nosotros,
para que, a nuestra vez, podamos ser personas de oración.
Invocamos tu protección para poder permanecer libres de todo pecado.
Invocamos tu amor para que el amor pueda reinar, 
y nosotros podamos ser compasivos y capaces de perdonar.
Invocamos tu bendición para que podamos ser como la imagen de tu Hijo,

Señor y Salvador nuestro, Jesucristo. Amén."

1 DE MAYO SAN JOSÉ OBRERO. COMIENZA EL MES DE MARÍA


SAGRADA FAMILIA. SANTUARIO TORRECIUDAD

SAN JOSÉ OBRERO, CARPINTERO

*Venid, adoremos a Cristo, el Señor, que quiso ser tenido como
 el hijo del carpintero. Aleluya.

Porque fue varón justo,
le amó el Señor,
y dio el ciento por uno
su labor.

El alba mensajera
del sol de alegre brillo
conoce este martillo
que suena en la madera.
La mano carpintera
madruga a su quehacer,
y hay gracia antes que sol en el taller.

Cabeza de tu casa
del que el Señor se fía,
por la carpintería
la gloria entera pasa.
Tu mano se acompasa
con Dios en la labor,
y alargas tú la mano del Señor.

Y, pues que el mundo entero
te mira y se pregunta,
di tú cómo se junta
ser santo y carpintero,
la gloria y el madero,
la gracia y el afán,
tener propicio a Dios y escaso el pan.


* En el fiel desempeño del oficio de carpintero, san José brilla
 como admirable ejemplo de trabajo. Aleluya.