SAN AGUSTIN

¿Cómo aprender Humildad? ¡Sólo con humillaciones!
(Beata Teresa de Calcuta)

...Llenaos primero vosotros mismos; sólo así podréis dar a los demás. (San Agustín)

Dios no pretende de mí que tenga éxito. Sólo me exige que le sea fiel.
(Beata Teresa de Calcuta)

GOTA

... lo que hacemos es tan solo una gota en el mar, pero el mar sería menos si le faltara esa gota.
(Beata Teresa de Calcuta)

Contento, Señor, Contento (San Alberto Hurtado)

...y ESO ES LA SANTIDAD, DEJAR QUE EL SEÑOR ESCRIBA NUESTRA HISTORIA... (Papa Francisco)

«No ser, no querer ser; pisotear el yo, enterrarlo si posible fuera...».
(Santa Ángela de la Cruz)

Reconoce cristiano, tu dignidad, que el Hijo de Dios se vino del Cielo, por salvar tu alma. (San León Magno)

sábado, 28 de febrero de 2015

GAUDIUM ET SPES. MEDITACIÓN DE SÁBADO


 


Las preguntas más radicales del género humano.
Vaticano II
Gaudium et Spes 9-10
El mundo moderno aparece a la vez poderoso y débil, capaz de lo mejor y de lo peor, pues tiene abierto el camino para optar entre la libertad o la esclavitud, entre el progreso o el retroceso, entre la fraternidad o el odio. El hombre sabe muy bien que está en su mano el dirigir correctamente las fuerzas que él ha desencadenado y que pueden aplastarlo o salvarlo. Por ello se interroga a sí mismo.
En realidad, los desequilibrios que fatigan al mundo moderno están conectados con ese otro desequilibrio fundamental que hunde su raíces en el corazón humano.
Son muchos los elementos que se combaten en el propio interior del hombre. A fuer de criatura, el hombre experimenta múltiples limitaciones; se siente, sin embargo, ilimitado en sus deseos y llamado a una vida superior.
Atraído por muchas solicitaciones, tiene que elegir y que renunciar. Más aún, como débil y pecador, no es raro que haga lo que no quiere y deje de hacer lo que querría llevar a cabo. Por ello siente en sí mismo la división, que tantas y tan graves discordias provoca en la sociedad.
Son muchísimos lo que, tarados en su vida por el materialismo práctico, no quieren saber nada de la clara percepción de este dramático estado, o bien, oprimidos por la miseria, no tienen tiempo para ponerse a considerarlo. Muchos piensan hallar su descanso en una interpretación de la realidad, propuesta de múltiples maneras.
las tentaciones de San Antonio
(Claudio Bravo. 1936.Pintor Chileno)
Otros esperan del solo esfuerzo humano la verdadera y plena liberación de la humanidad y abrigan el convencimiento de que el futuro reino del hombre sobre la tierra saciará plenamente todos sus deseos.
Y no faltan, por otra parte, quienes, desesperando de poder dar a la vida un sentido exacto, alaban la audacia de quienes piensan que la existencia carece de toda significación propia y se esfuerzan por darle un sentido puramente subjetivo.
Sin embargo, ante la actual evolución del mundo, son cada día más numerosos los que se plantean o los que acometen con nueva penetración las cuestiones fundamentales: ¿Qué es el hombre? ¿Cuál es el sentido del dolor, del mal, de la muerte, que, a pesar de tantos progresos, subsisten todavía? ¿Qué valor tienen las victorias logradas a tan caro precio? ¿Qué puede dar el hombre a la sociedad? ¿Qué puede esperar de ella? ¿Qué hay después de esta vida temporal?
Cree la Iglesia que Cristo, muerto y resucitado por todos, da al hombre su luz y su fuerza por el Espíritu Santo, a fin de que pueda responder a su máxima vocación, y que no ha sido dado bajo el cielo a la humanidad otro nombre en el que haya de encontrar la salvación.
Igualmente cree que la clave, el centro y el fin de toda la historia humana se hallan en su Señor y Maestro.
Afirma, además, la Iglesia, que bajo la superficie de lo cambiante hay muchas cosas permanentes, que tienen su último fundamento en Cristo, quien existe ayer, hoy y para siempre

viernes, 27 de febrero de 2015

MADRE TERESA . VIA CRUCIS

LSF (Laudetur Sacra Familia)

VIACRUCIS

COMO BROTA DE  “EL ALMA DE MADRE TERESA”
Y DE SUS REFLEXIONES


“Yo te lo pido,
ellos te lo han pedido
y ella, Mi Madre, te lo ha pedido.
¿Rehusarás hacer esto por Mí,
cuidarte de ellos, traerlos a Mí?”.
“Sí, Señor mío ”

Sólo unas palabras:

 Este Víacrucis, que se funda en el documento “El alma de Madre Teresa”, está destinado principalmente a aquéllos que conocen este documento.

La primera estación, inmediatamente después de la oración introductoria, es la agonía de Jesús en el huerto de los olivos pero, estando habituados al Víacrucis de catorce estaciones, no se ha considerado cambiar el acostumbrado orden de las mismas. Es por ello que a la primera estación no se le ha asignado un número.

Esperamos que la devoción a este Víacrucis pueda proporcionar no solamente una profundización del espíritu y el carisma de los Misioneros de la Caridad sino, también, una unión siempre más fuerte de toda la Familia de los Misioneros de la Caridad Laicos. Oramos por ello y pedimos las oraciones de todos.

 

P. SEBASTIÁN VAZHAKALA M.C.

   










Oración


Oh Dios, desde lo profundo del corazón te rogamos que nada pueda empañar nuestra absoluta pobreza de la Cruz, nuestra obediencia y caridad de la Cruz, para ser auténticas víctimas de tu amor por los más pobres entre los pobres, los enfermos, los moribundos, los abandonados, los niños de la calle y todos aquéllos que viven en la desesperación y en la sombra de la muerte. Te lo pedimos por Jesucristo, Nuestro Señor. Amén.

“¡Permanece a nuestro lado a lo largo del camino,
guía cada uno de nuestros pasos,
llévanos a Jesús, tu amado Hijo,
Ven con nosotros, María, ven!”.


La agonía de Jesús en el huerto de los olivos


“¡Oh Jesús mío!, lo que me pides sobrepasa mis fuerzas. Comprendo a duras penas la mitad de cuanto me pides. Soy  indigna, pecadora y débil. Ve, Jesús, y encuentra un alma más digna y generosa”.

Lector:  Te adoramos, Oh Cristo, y te bendecimos.

Todos: Porque por tu santa Cruz has  redimido al mundo.


“¡Cuánto me tortura hoy, Jesús, Dios mío, esta soledad mía!.
Me pregunto: ¿durante cuánto tiempo podrá mi corazón soportarla?. ¡Cuántas lágrimas!. Todos ven mi debilidad. Dios mío, dame fuerzas para luchar contra mi “yo” y contra la tentación. Haz que no me aparte del sacrificio que he hecho por mi libre elección y convicción. Corazón Inmaculado de María, ten piedad de tu pobre niña. Quiero, por tu amor, vivir y morir como Misionera de la Caridad”.   

Todos:  Santa Madre, haz que

 las heridas del Señor
 sean grabadas en mi corazón.









1

Nuestro Señor es sentenciado a muerte

“No temáis, soy Yo. Simplemente obedeced. Obedeced alegre y prontamente, sin preguntar nada”.

“Sufrirás, sufrirás mucho, pero recuerda que estoy a tu lado aunque todo el mundo te rechace. Recuerda que Me perteneces y que Yo te pertenezco. No temas. Tan sólo obedece. Si me obedeces, no te abandonaré nunca”.

1.       Estás, oh Madre dolorosa,
          junto a la Cruz lacrimosa,
          donde está clavado el Hijo.

Santa Madre...

















2

Jesús con la cruz a cuestas

“Tu vocación es amar, sufrir y salvar almas. Cumpliendo esto realizarás el deseo de Mi corazón por ti”..

 “Ven, ven, pequeña mía, llévame a los tugurios de los pobres.
Ven y sé Mi luz. No puedo ir solo. Ven, ve en medio de ellos. Llévame contigo a sus vidas. Cuánto deseo entrar en sus tugurios, en sus casas tristes y vacías. Ven y sé víctima por ellos. En tu inmolación, en tu amor por Mí, Me verán, Me conocerán, Me querrán”.

2.      Una espada te traspasa
el alma; a ti, gimiente,
tiernísima y  doliente.

  Santa Madre...   













3

Jesús cae por primera vez

“¡La soledad es tan grande, tanto exteriormente como en lo íntimo del corazón!. No tengo a nadie a quien dirigirme. Se me ha privado de toda ayuda espiritual e, incluso, humana; no puedo hablar con nadie y, si lo hago, nada entra en mi alma...”.

“Tú tienes miedo, y cuánto me hiere este miedo tuyo. No temas. Soy Yo quien te pide que hagas esto por Mí. Aunque todo el mundo esté en contra tuya, se mofe de ti o tus hermanas te miren con suficiencia, no temas. Yo estoy dentro de ti, contigo y por ti”. “¡Basta ya!, sabed que yo soy Dios” (Sal. 46,11).  

3.      Cuán triste, cuán afligida,
estás, oh Madre, abandonada,
cerca del Unigénito.

Santa Madre...












4

Jesús encuentra a su Madre

“Tu corazón no se ha sumergido nunca en el dolor como lo ha hecho el de Mi Madre. Entre los dos lo hemos dado todo por las almas. ¿Y tú?”.

“Estaba arrodillada cerca de María, que se había vuelto hacia aquella gran muchedumbre de rostros doloridos y sufrientes. No vi su cara, pero le oí decir: “Cuida de ellos. Me pertenecen. Condúcelos hacia Jesús. Lleva a Jesús a ellos. No temas. Enséñales a orar con el Rosario, el Rosario en familia, y todo saldrá bien. No temas. Jesús y yo esteremos contigo y con tus hijos”.

4.     ¿Quién a las lágrimas no se rinde,
Madre Santa, si te ve sollozar
en el tormento?.

Santa Madre...













5

El Cireneo ayuda a Jesús

“Tú sabes, Jesús, que estoy pronta a ir inmediatamente”.

“Por qué me ha sucedido todo esto a mí, que soy la más indigna de Sus criaturas?. No lo sé. He intentado frecuentemente persuadir a Nuestro Señor de que busque otra alma más generosa y más fuerte, pero Él parece complacerse en mi confusión y debilidad”.
“He hecho cuanto he podido pero, si hubiese sido posible darle una taza de leche caliente, o algo similar, su cuerpo habría recuperado la vida. Tengo que buscar un lugar bastante cercano a las personas, donde encuentre lo que es necesario”.

5.       Por las culpas de la gente,
 has visto azotar entre tormentos
  a Tu Hijo.

Santa Madre...
 












6

La Verónica enjuga el rostro de Jesús

“Cuánto me hiere, si lo  supieras, ver estos niños manchados por el pecado”.

“El número de pobres y sus necesidades precisan de una mano amable. ¿Cómo pueden dejar a sus pequeños vivir en la calle y caer en el pecado?. Cuántos mueren sin Dios, sólo porque no hay nadie que les hable de Su misericordia. Los sufrimientos del cuerpo hacen que olviden los terribles padecimientos que sus almas experimentarán por toda una eternidad. Todos nosotros estamos invitados a compartir sus sufrimientos y aliviar el dolor de sus rostros”.

6.      Madre, fuente del amor,
haz que yo sienta tu dolor
y también tus lágrimas.

Santa Madre...    













7

Jesús cae por segunda vez

“Tengo tanto miedo, Jesús; un miedo terrible. Haz que no me engañe. Tengo tanto miedo”.

“Has dicho siempre: Haz de mí lo que Te plazca. Ahora quiero obrar, déjame hacerlo, Mi pequeña Esposa, pequeña Mía. No temas. Siempre estaré contigo. Sufrirás, y ya estás sufriendo ahora, pero si eres Mi pequeña Esposa, deberás soportar estos tormentos en tu corazón. Déjame obrar, no rehuses. Confía amorosamente en Mí, confía ciegamente en Mí”.

7.      Santa Madre del Señor,
inflígeme fuertemente
dentro del corazón sus heridas.

Santa Madre...  














8

Jesús  consuela a las mujeres de Jerusalén

“El amor debe ser su palabra, el fuego que le conducirá a vivir con plenitud esta vida”.

“Pequeña Mía, dame almas. Dame las almas de los niños pobres de la calle. Ardo en deseo de la pureza de su amor. ¡Si  respondieras a mi llamada y condujeses hacia Mí estas almas, arrebatándolas de las manos del maligno!. ¡Si supieses cuántos pequeños caen en le pecado cada día!. Estamos aquí para amarlos, cuidarlos y rogar por ellos”.

8.      Haz que contigo, Madre,
yo llore por los padecimientos
 de Jesús mientras viva.

Santa Madre...















9

Jesús cae por tercera vez

“Ofrece aún más sacrificios, sonríe más dulcemente, ora más fervorosamente y todas las dificultades desaparecerán”.

“Tengo tanto miedo, Jesús; un miedo terrible. Tengo miedo a los sufrimientos. Esto me demuestra cuánto me amo a mí  misma. Jesús, Jesús mío, soy tan sólo Tuya. Soy tan torpe. No sé que decir. Haz de mí lo que Te plazca, como Te plazca, hasta cuando quieras. No Te amo por lo que me das, sino por lo que me tomas”.

9.     Madre mía, deseo estar contigo
junto a la Cruz, y unirme a
tu llanto.

Santa Madre...















10

Jesús es despojado de sus vestiduras

“Tu hábito es santo porque es Mi símbolo”.

“¿Se ha enfriado tu generosidad?. ¿He pasado, para ti, a un segundo plano?. Quiero que Me traigas pobres. Tú eres, lo sé, la persona más incapaz, débil y pecadora pero, precisamente porque eres así, deseo emplearte para Mi gloria. ¿Rehusarás?.

10.      Mientras esté viva pediré
a Jesús perdón por mis
innumerables errores.

Santa Madre...

















11

Jesús es clavado sobre la Cruz

“Renuncia y sacrificio serán los medios para conseguir nuestro objetivo. Tendremos muchas desilusiones, pero el buen Dios desea precisamente sólo nuestro amor y nuestra confianza en Él”. “Confía amorosamente en Mí. Confía ciegamente en Mí”.

“Cuando se ha tratado de salvar tu alma no he pensado en Mí mismo, sino que Me he entregado completamente a ti en la Cruz. Y ahora, tú ¿rehusarás?. Quiero hermanas y hermanos libres, revestidos de Mi pobreza en la Cruz; quiero hermanas y hermanos obedientes, revestidos de Mi obediencia en la Cruz; quiero hermanas y hermanos llenos de amor, revestidos de Mi caridad en la Cruz; que, así, estén fuertemente unidos a Mí, para irradiar Mi amor a las almas”.

11.      Deseo adorar sus llagas,
participar del dolor de Jesús.

Santa Madre...












12

Jesús muere en la Cruz

“Me entrego en Sus manos. Puede disponer de mí como quiera”.
  
“La misma gran muchedumbre, todos envueltos por las tinieblas, pero no obstante puedo verle. Nuestro Señor está sobre la Cruz; María no lejos de ella y yo, como una niña, frente a Él. Su mano izquierda reposaba sobre mi hombro izquierdo, y su mano derecha sostenía mi brazo derecho. Las dos estábamos vueltas hacia la Cruz. Nuestro Señor dijo: “Yo te lo he pedido. Ellos te lo han pedido y ella, Mi Madre, te lo ha pedido. ¿Rehusarás hacer esto por Mí, cuidarte de ellos, traérmelos a Mí?”.

“Lo sabes, Jesús, ansío ser solamente Tuya y para las almas; quiero que Tú seas amado tiernamente por muchos. Estoy pronta a ir inmediatamente”.

12.      También tú, Madre, muriendo
con Jesús en aquel momento,
has redimido a los hombres.

Santa Madre...








13

Jesús es depositado en el sepulcro

“Me pregunto porqué los pobres están tan abandonados en su pobreza”

“Si no nos enamoramos de Jesús no podremos llevar esta vida de continuas inmolaciones por las almas. Cada uno de nosotros debe entender que, si queremos ser Misioneros de la Caridad Laicos, debemos enamorarnos de Jesús crucificado y ser víctimas Suyas por amor a las almas”.

13.     “He aquí a  tu Hijo, muerto
en la Cruz, portado
por débiles brazos”.

Santa Madre...
















14

Sepultura de Jesús

“¡Cuán maravillosas son las obras de Dios!. En toda su pobreza, el lugar es muy rico. Debo aceptar lo que me das y no lo que prefiero”.

“Sí, hay mucho sufrimiento, pero estas personas podrían ser felices si Nuestro Señor entrase cada vez más en su vida. Por mi libre elección y por Tu amor, deseo quedarme y hacer todo cuanto sea Tu voluntad. Auque tuviese que sufrir aún más de lo que sufro ahora, quiero, sin embargo, hacer Tu santa voluntad. Esta es la noche oscura del nacimiento de la Congregación. Dios mío, dame valor ahora, en este momento, para perseverar y seguir Tu llamada”.

14.      Cuando la muerte esté llegando,
ven, Madre, hacia mí, dándome
tu maternal amor.      

 Santa Madre...
          

.    









Oración

Señor nuestro y Dios nuestro, ilumínanos. Envía sobre nosotros Tu Santo Espíritu para que nos revele Tu voluntad,  nos dé fuerza para cumplir aquello que más Te complace y cargar con nuestra cruz de cada día. Jesús, no permitas que nos engañemos sino concédenos todas las gracias que son necesarias para hacer Tu santa voluntad.
María, que tu mano izquierda  esté siempre sobre nuestros hombros y tu mano derecha sostenga nuestros brazos mientras miramos a Jesús y nos esforzamos en hacer del Vía-Crucis nuestro modo de vida.

Señor, Tú eres mi Dios, Tú eres mi Esposo.



















miércoles, 25 de febrero de 2015

TU NOMBRE: JESÚS


Bella canción cantada por cristianos  coptos de Egipto dedicada al nombre de Jesús


https://www.youtube.com/watch?v=v6ZNZR_6jFo&list=PL90FEC7A6DE340134&index=10

domingo, 22 de febrero de 2015

PRIMER DOMINGO DE CUARESMA TENTACIONES DE JESÚS EN EL DESIERTO

 “Nuestra vida no puede verse libre de tentaciones; pues nuestro progreso se realiza por medio de la tentación y nadie puede conocerse a sí mismo si no es tentado, ni puede ser coronado si no ha vencido, ni puede vencer si no ha luchado, ni puede luchar si carece de enemigo y de tentaciones”.
                                                                                                                (San Agustín)

Jesús fue llevado al desierto por el Espíritu para ser tentado por el diablo; y, después de ayunar cuarenta días con sus cuarenta noches, al fin sintió hambre

Domingo I de Cuaresma, ciclo B: Gn 9,8-15; Sal 24,4bc-5ab.6-7bc.8-9; 1P 3,18-22; Mc 1,12-15

por Abad Felipe, OSB
22 de febrero de 2012
Mis hermanas y hermanos en Cristo:
La Cuaresma es un tiempo para conocer más profundamente el amor de Dios por nosotros.  El propósito de todas las «buenas obras» que hacemos en Cuaresma es abrir nuestros corazones más completamente al amor de Dios.  Al igual que el libro del Génesis nos recuerda una vez más que tenemos un pacto con Dios y Dios tiene un pacto con nosotros, también el Evangelio de hoy recuerda ese Pacto entre Dios y nosotros.  El Reino de Dios es la expresión de este Pacto sagrado.
Cuando el evangelio de hoy nos dice «convertíos y creed en el Evangelio», tenemos que ser conscientes de que la frase no significa en absoluto el evangelio escrito, porque no existía todavía.  Cuando nuestras Escrituras se refieren al Evangelio, puede ser traducido como «la buena noticia». La buena noticia es que Dios ha decidido enviar a su Hijo único al mundo para que nosotros podamos tener vida a través de ese Hijo. Es una buena noticia.
Dios nos ama. Es buena noticia. Dios nos perdona. Es buena noticia. Dios nos invita a compartir su vida. Es buena noticia. No importa cuántas veces nos negamos a la invitación de Dios, él nos sigue invitando. Es buena noticia. No importa cuántas veces pecamos, Dios está dispuesto a perdonarnos. Es buena noticia.
La Cuaresma no tiene que ver con que somos malos y nosotros mismos tenemos que apalearnos. Es para saber que Dios nos ama y nos invita a conocer la buena noticia y a vivirla. Siempre es una invitación, nunca una condenación.
En Cuaresma somos invitados a la penitencia, a cambiar nuestras vidas, a creer en la buena noticia. Esto puede y debe ser una experiencia absolutamente alegre, porque sabemos que nos estamos preparando para la alegría de celebrar la resurrección de Cristo.
Debemos abrazar las pequeñas disciplinas cuaresmales para que nuestros corazones se alegren aún más cuando celebremos la resurrección de Cristo en Semana Santa, la gran Pascua, el gran evento de toda la historia, que nos une al amor divino.
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Y yo, como respondo ante las diversas y persisitenten tentaciones 
que el Maligno me presenta, intentando engañar para separarme de Dios?

-Ser tentado es ser obligado a ejercer la libertad

-Cuales son mis tentaciones mas frecuentes y cuales son las sutilezas del diablo
que aprovecha  de nosotros?
RECEMOS

Jesús también fue tentado. Pero venció. Su ejemplo nos deja cinco recursos que la Iglesia recoge y recomienda: 
1. Vigilar. No sólo evitar las ocasiones de peligro innecesario. Hay que vigilarse a uno mismo, las propias inclinaciones y tendencias, y discernir qué conviene y qué no en cada momento. 

2. Orar. La oración es la fuerza de los débiles. Y frente a la tentación todos somos débiles. “Quien no hace quince minutos de oración al día –decía santa Teresa– no necesita demonio que lo tiente”. 

3. Luchar. Es decir, resistir, defender, acometer; pero hacerlo con inteligencia. Hay que recurrir al auxilio de la gracia, reconcentrar las energías, reemplazar la tentación con otra ocupación, etc. 

4. Huir. Sobre todo cuando se presentan tentaciones contra la fe y la pureza. En estos dos casos, particularmente, quien se mete a la refriega sale acribillado. 

5. Esperar. La tentación siempre es pasajera. Hay que saber esperar. Toda tentación termina por diluirse y desaparecer.

RECEMOS

jueves, 19 de febrero de 2015

TIEMPO DE CUARESMA


Actualizado 18 febrero 2015

La Cuaresma: su significado y vivencia.

 “Cristo ha vencido al Tentador en beneficio nuestro ‘pues no tenemos un Sumo Sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas, sino probado en todo igual que nosotros, excepto en el pecado’ (Hebreos 4:15).
“La Iglesia se une todos los años, durante los 40 días de Cuaresma, el ministerio de Jesús en el desierto”   Catecismo Católico, numeral 540
PREFACIO
El propósito de este estudio sobre la Cuaresma es el de explicar, de una manera sencilla y lógica, el significado y la comprensión de la época cuaresmal y la forma de vivirla, en una intimidad personal que nos permita valorizarla y apreciarla con la purificación del corazón y una perfecta práctica de la vida cristiana.
La Cuaresma es el tiempo litúrgico de conversión que marca la Iglesia para prepararnos para la gran fiesta de Pascua. Es tiempo para el arrepentimiento de nuestros pecados y para un cambio de vida con el fin de poder vivir más cerca de Cristo Jesús.
La Iglesia nos invita a vivir la Cuaresma como un camino hacia Jesucristo meditando en la Palabra de Dios, orando, compartiendo con el prójimo, y llevando a cabo buenas obras. Por ello la Cuaresma es tiempo de perdón y de reconciliación fraterna para sacar de nuestro corazón el rencor, la envidia y las malas acciones que se oponen a nuestro amor hacia Dios y hacia nuestros hermanos. En Cuaresma aprendemos a conocer y a apreciar la Cruz de Jesús y, con ello, aprendemos también a tomar nuestra propia cruz con paz y alegría para alcanzar la gloria de la resurrección.
DESARROLLO HISTORICO
La primera referencia a una preparación pascual de cuarenta días aparece en un escrito de Eusebio de Cesarea que se remonta aproximadamente al año 332 a.C. En dicho escrito Eusebio habla de la Cuaresma como una institución bien arraigada y claramente configurada y hasta cierto punto consolidada, lo cual nos permite pensar que a principios del siglo IV la Cuaresma era ya una realidad establecida en la Iglesia. El propio Eusebio de Cesarea menciona que celebrando la fiesta del Tránsito, nos esforzamos por pasar a las cosas de Dios, lo mismo que en otro tiempo los de Egipto atravesaron el desierto.
En los primeros años de la Iglesia la duración de la Cuaresma variaba, pero en el siglo IV se fijó definitivamente su duración en cuarenta días. En los siglos VI y VII cobró gran importancia el ayuno como práctica cuaresmal, aunque se presentaba un inconveniente: desde los orígenes nunca se ayunó en domingo por ser la celebración del Día del Señor.
Para respetar ese día y a la vez tener cuarenta días efectivos de ayuno durante la Cuaresma, en el siglo VII se agregaron cuatro días más a la Cuaresma antes del primer domingo, estableciendo así los cuarenta días de ayuno con el fin de imitar los cuarenta días del ayuno de Jesús en el desierto. Exactamente son cuarenta días los que van desde el Miércoles de Ceniza hasta el Sábado Santo, sin contar los domingos.
EL PERIODO CUARESMAL
El término Cuaresma proviene del latín quadragésima, y es el período del tiempo litúrgico en el calendario cristiano destinado, tanto por la Iglesia Católica como por la Ortodoxa y la Anglicana, para la preparación de la fiesta de la Pascua, que es el Domingo de Resurrección o Domingo de Gloria, la fiesta principal y más antigua de la cristiandad. La Cuaresma comienza el Miércoles de Ceniza y termina justo antes de la Misa de La Cena del Señor en la tarde del Jueves Santo.
La duración de cuarenta días proviene de varias referencias bíblicas y simboliza la prueba de vivir durante cuarenta días en el desierto de Jesús antes de su misión pública. También simbolizan los cuarenta días de duración del Diluvio, además de los cuarenta años que duró la marcha del pueblo judío por el desierto a su salida de Egipto. Al igual que las personas que vivieron estas experiencias, los fieles católicos son llamados a reforzar su fe mediante diversos actos de penitencia y de reflexión.
La Cuaresma tiene cinco domingos más el Domingo de Ramos; seis en total. Y en las lecturas de estos días los temas acerca de la conversión, el pecado, la penitencia y el perdón son dominantes. No es un tiempo triste, sino meditativo y de recogimiento. Es, por excelencia, el tiempo de conversión y de penitencia del año litúrgico. Por ello en la Misa no se canta el Gloria al final de cada acto penitencial, excepto el Jueves Santo en la Misa de la Cena del Señor, ni el Aleluya antes del Evangelio. El color litúrgico asociado a este período es el morado, significando el duelo, la penitencia y el sacrificio, a excepción del cuarto domingo en que se utiliza el color rosa, y el Domingo de Ramos en el que se usa el color rojo, referido a la Pasión del Señor.
Es de destacarse el hecho de que se inicia la Cuaresma con el Evangelio de las tentaciones de Jesús en desierto, lo cual es una muestra de la importancia que reviste el tema del desierto y de la cuarentena para una interpretación global del conjunto de la Cuaresma, el cual antes todo, es una experiencia de desierto prolongada por espacio de cuarenta días.
El desierto en sí mismo es un lugar hostil, lleno de dificultades y de obstáculos. Por eso la experiencia del desierto debe animar a los creyentes al combate espiritual y el enfrentamiento con la propia realidad de miseria y de pecado. En este aspecto la Cuaresma debe ser interpretada como un período de prueba, recordando que los cuarenta años que el pueblo de Israel pasó en el desierto fueron también un tiempo de tentación y de crisis, durante los cuales Yahvé quiso purificar a su pueblo y probar su fidelidad (Deuteronomio 8:24, Salmo 94).
La Cuaresma representa una experiencia singular, una especie de entrenamiento comunitario en el que los creyentes aprenden y se ejercitan en la lucha contra el mal. La mayoría de israelitas del Éxodo no pudieron superar la prueba, ni tan siquiera Moisés pudo entrar a la Tierra Prometida; muchos sucumbieron en el camino. Cristo, en cambio, salió victorioso de la prueba. Los cristianos que realizan fervorosamente el ejercicio cuaresmal y recorren con fe el camino que conduce a la Pascua, compartirán con Él la victoria sobre la muerte y sobre el pecado.
MIERCOLES DE CENIZA
En este día empieza la época cuaresmal con la imposición de las cenizas en la frente de los fieles católicos. Es un símbolo que representa un motivo de esperanza y de superación, además de ser el inicio de un camino que nos conducirá a la salvación. Es el momento en el cual cada persona empieza a entrar en su corazón y camina hacia la Pascua, el encuentro pleno con Cristo.
La señal de penitencia que representa la ceniza en la frente se convierte para el católico en una pregunta: ¿A quién estamos buscando? Una pregunta que debemos atrever a hacernos en este camino de preparación pascual, con lo que más que sobre nuestras frentes, debe caer sobre nuestro corazón. Es Dios en nuestro corazón quien nos va a recompensar. No son los hombres, ni sus juicios, ni sus opiniones, ni lo que puedan o dejen de pensar respecto a nosotros: es nuestro Padre, que ve en lo secreto, quien nos va a recompensar.
Este es el tiempo, el momento de la salvación, nos decía San Pablo. Y la ceniza nos dice que nos quitemos lo superfluo que nos ofrece la vida y nos quedemos con lo que realmente vale, con lo fundamental, con lo único que llena la vida de sentido. Dios nos lo recompensará.
Este es el sentido de la ceniza en nuestra frente; no es un rito mágico, una costumbre o una tradición. ¿De qué nos serviría manchar nuestra frente con ceniza si nuestro corazón no se preguntara si realmente a quien estamos buscando es a Dios? Si le buscamos a Él, este día y el resto de la Cuaresma es el momento para caminar, para buscarle y, por fin, encontrarle, y de esta forma purificar nuestro corazón.
El significado del rito de la ceniza es precisamente éste: purificar el corazón, dar valor a lo que realmente vale y entrar en el interior de nosotros mismos. Si así lo hacemos, entonces la Cuaresma que iniciamos este Miércoles de Ceniza en forma solemne, se convertirá verdaderamente en un camino hacia Dios.
Y así lo confirman las dos expresiones del sacerdote en el momento de imponer la ceniza:“Arrepiéntete y cree en el Evangelio” (Marcos 1:15) o “Acuérdate de que eres polvo y en polvo te convertirás” (Génesis 3:19). Son palabras que deben conducirnos a una profunda e íntima meditación personal.
AYUNO Y MORTIFICACION PERSONAL
Las mortificaciones propias de la Cuaresma, como son los ayunos, las vigilias y demás sacrificios que podamos hacer, debe representar la necesidad de que Dios esté en nuestro corazón y en nuestra alma; una búsqueda constante de Dios.
Durante el tiempo cuaresmal debemos practicar el ayuno y la mortificación, pero recordando que el ayuno no es exclusivamente la privación de alimentos, sino de todo aquello que más nos guste, ya sea comida, entretención o gustos personales.
Recordemos que la palabra sacrificio proviene del latín sacrum-facere, que significa hacer sagrado. Por ello hacer un sacrificio es hacer algo sagrado, es decir, ofrecerlo a Dios por amor. A cada uno de nosotros hay algo que nos cuesta hacer en nuestro diario vivir; si esto se lo ofrecemos a Dios por amor, estamos haciendo un sacrificio que nunca será estéril para cada persona que lo lleve a cabo. No se trata de crear extraordinarias ocasiones, sino más bien de saber ofrecer aquellas circunstancias cotidianas que se nos presentan a diario.
CUARESMA Y BAUTISMO
La Cuaresma ha servido de marco a la preparación inmediata de los catecúmenos antes de recibir el bautismo en la noche de Pascua. Este hecho ha marcado la Cuaresma, dándole un matiz peculiar y un enfoque espiritual de inspiración bautismal.
Es en Cuaresma cuando la comunidad cristiana experimenta la vinculación entre bautismo y misterio pascual. Entonces se hace patente cómo el gesto de entrar en la fuente bautismal para sumergirse en el agua nos hace compartir el bautismo y la muerte y Resurrección de Cristo. Al salir del agua y vestir la túnica blanca, los bautizados se sienten incorporados a Cristo resucitado. Esta celebración bautismal, enmarcada en el contexto de una intensa vivencia espiritual de la noche de Pascua, adquiere importantes connotaciones y resonancias.
Las últimas reformas litúrgicas, al introducir la renovación de las promesas bautismales en la vigila pascual y, sobre todo, al reactualizar el antiguo ritual del bautismo de adultos, han devuelto a la Cuaresma la importancia que tuvo en otro tiempo como plataforma para la preparación bautismal. De este modo la Cuaresma se convierte pata toda la Iglesia en un tiempo de reflexión en el que todos y cada uno de los fieles asumen conscientemente su condición de bautizados, y deciden ratificar solemnemente su proyecto de vida cristiana.
LA CUARESMA Y EL CONCILIO VATICANO II
De manera precisa, el Concilio Vaticano II, en su Constitución Sacrosantum Concilium (n.109), señala la doble dimensión que caracteriza el tiempo de Cuaresma: la bautismal y la penitencial. Al mismo tiempo subraya que se trata de un tiempo de preparación para la Pascua en un clima de atenta escucha de la Palabra de Dios y de incesante oración. De esta forma dicho Concilio dejó claramente delimitadas las líneas de fuerza que confieren a la Cuaresma su propia identidad.
El trabajo de mayor envergadura consistió, sin duda alguna, en la reforma del Leccionario. La selección de textos para la primera lectura dominical, tomados siempre del Antiguo Testamento, sigue un enfoque nuevo. En ellos se hace mención de las grandes etapas que constituyen la historia de la salvación, y de esta forma la Cuaresma se revela como un tiempo que a través de la lectura de la Palabra de Dios, nos permite un mayor acercamiento al Dios que ha ido revelándose progresivamente a través de la historia. No es un conocimiento teórico, sino un contacto experiencial con el Dios vivo que ha querido hacerse presente de manera progresiva en la historia de la humanidad.
Los textos seleccionados para la segunda lectura no constituyen un cuerpo compacto y coherente. Son fragmentos que sirven para complementar e ilustrar los temas contenidos en la primera lectura y en el fragmento evangélico.
La temática recogida en el Leccionario actual corresponde, sin duda alguna, a la catequesis bautismal: radicalidad de la conversión cristiana, prácticas penitenciales y obras de misericordia, arrepentimiento y necesidad de la reconciliación sacramental. Durante las dos últimas semanas se ha respetado con escrupulosidad la venerable costumbre de leer fragmentos del Evangelio de Juan, donde se recogen los grandes temas de la catequesis bautismal.
De esta manera la reforma conciliar ha reestablecido la estructura de la Cuaresma original, y ofrece a la comunidad cristiana un marco adecuado para recorrer el camino que lleva a la Pascua. El misterio pascual penetra de esta manera la totalidad de la vida cristiana y se convierte en el elemento dinamizador de toda acción pastoral.
MEDITACION CUARESMAL
La época cuaresmal es tiempo de meditación profunda, por lo que a continuación se detallan una serie de cuatro textos, uno para cada una de las semanas de la Cuaresma, con el propósito de que sirvan como guía para dicha meditación, y así poder vivir más intensamente nuestra propia experiencia personal.
Son los siguientes:
Llamados a tener coraje. Llamados al anuncio de una vida transfigurada. Llamados a luchar contra toda forma de mercantilismo. Llamados a hacer visible el amor… a pesar de la cruz
          TIEMPO DE CUARESMA (I de IV)
LLAMADOS A TENER CORAJE
¡Cuántas veces experimentamos la necesidad vital de huir de nuestras responsabilidades porque ya no queremos más, porque nos sentimos saturados por las dificultades y los problemas y quisiéramos desaparecer, tirar la toalla, evadirnos!... Qué tentación tan grande y al mismo tiempo tan humana.
Pero en cambio es precisamente en la lucha cotidiana por la superación de estas responsabilidades de la manera que más crecemos y es cuando más posibilidades tenemos de poner en juego lo mejor que hay en nosotros mismos. Jesús fue enviado al desierto por el Espíritu y allá, en medio de la dureza de aquel ambiente, fue puesto a prueba para confirmar su misión.
Los obstáculos y las complicaciones que nosotros encontramos en nuestro trabajo, en la familia o en los ambientes en que nos movemos, muy a menudo no son más que tentaciones para huir de nuestras responsabilidades, de nuestra misión, de aquello para lo cual hemos sido llamados. Cuando se nos hace difícil dejar el camino más fácil y dulce para hacer el esfuerzo de resolver los conflictos, de pedir perdón, de iniciar una conversación para eliminar diferencias… cuando nos escudamos en el exceso de trabajo para no atender a nuestros hijos, a nuestra pareja, a nuestros amigos…. Entonces es cuando no queremos enfrentar nuestras propias realidades.
Pero afortunadamente no estamos solos en este camino. Dios también nos ha puesto en él ángeles que, como a Jesús, le alimentaban en el desierto dándole fuerzas para no sucumbir.
También nosotros tenemos nuestros ángeles, a pesar de que quizás no nos damos cuenta o no queremos reconocerlos. Personas que nos ayudan a hacer frente a las dificultades, que nos animan a mantenernos fieles en las tareas que se nos han encomendado. Ellos nos dan la fuerza y el coraje necesarios para hacer frente a nuestra misión de una manera fácil y agradable.
El tiempo de Cuaresma que estamos iniciando nos llama a vivir con coraje y empuje, a creer y a confiar en la vida. Nos invita a ser fuertes para no desfallecer delante de aquello que nos pueda alejar de lo que estamos llamados a ser. Tiempo de reencuentro con nuestro yo más profundo sabiendo que Dios está en cada uno de nosotros, para así poder restaurar nuestra alegría por la vida y la fortaleza necesaria para vivirla con plena libertad.
Que el Señor te bendiga y te de fortaleza.
          TIEMPO DE CUARESMA (II de IV)
LLAMADOS AL ANUNCIO DE UNA VIDA TRANSFIGURADA
Supongo que todos hemos vivido en algún momento de nuestra vida situaciones de plenitud, de honda felicidad, de gozo…. aquel tipo de experiencias en las que una fuerza interior nos sacude de tal manera que desearíamos que la vida se detuviera para que aquella sensación fuese eterna.
Si una persona se deja atrapar por ese tipo de situaciones, la vida se le ilumina de tal manera que ya sabe que no puede quedarse para sí misma todo lo que siente en aquel momento. Una fuerza incontrolable le mueve a compartir y a comunicar a los demás todo lo que siente; tiene necesidad de salir a la carrera a plena calle para abrazar a todo el mundo y así contagiarles su felicidad.
El tiempo de Cuaresma nos llama también a prepararnos para dejarnos transfigurar por Cristo y para anunciar nuestra experiencia a todo el mundo. Debemos vivir atentos al llamado que se nos hace a la felicidad, a la vida verdadera y al compromiso de vida cristiana.
Es un tiempo para salir a la calle y proclamar a los cuatro vientos que la vida vale la pena vivirla a pesar de todas las dificultades y obstáculos, para descubrir así la esperanza donde a simple vista pueda parecer que no exista. Es un tiempo para volvernos nómadas de nuestras experiencias de plenitud cristiana y para llegar hasta aquellos hermanos que se sientan huérfanos.
Hemos sido llamados a vivir una vida transfigurada en Jesús.
Que el Señor te bendiga y te de paz y alegría.
       TIEMPO DE CUARESMA (III de IV)
LLAMADOS A LUCHAR CONTRA TODA FORMA DE MERCANTILISMO
“Mi Casa será llamada Casa de Oración, ¡pero vosotros estáis haciendo de ella una casa de bandidos!” (Mateo 21:14).
Jesús dijo claramente que nadie convierta en mercado la casa de Dios. Hay fragmentos de las Escrituras que son de una actualidad y de una vigencia aterradoras.
Este Evangelio no puede ser más esclarecedor del tiempo en que vivimos. Muchos dicen que la crisis actual es la consecuencia de una crisis global donde la vanidad humana, la instrumentalización de las personas y la mercantilización se nos han escapado totalmente de las manos.
También nosotros, como santuarios del Espíritu donde Dios nos habita, ¿no utilizamos a menudo nuestras relaciones personales tratando de conseguir beneficios propios, no sólo económicos, sino también de prestigio y poder y de un reconocimiento éticamente dudoso?
Y nosotros, desde la concepción más amplia como pueblo de Dios, ¿no deberíamos plantearnos si estamos involucrados en esas acciones? ¿Hemos analizado si lo que nos mueve en los caminos de Dios es un sincero deseo de evangelización y de acción pastoral, el desarrollo fiel de una vocación personal? ¿O bien nuestro objetivo primordial es el logro de un determinado status de poder y la búsqueda de resultados inmediatos que justifiquen un reconocimiento social, fruto de un mercantilismo personal, en lugar de provenir de nuestra cristiana y sincera entrega a favor de los demás?
El tiempo de Cuaresma nos invita también a depurar nuestros propios templos, a hacernos más pobres de espíritu, a luchar contra toda forma de mercantilismo, explotación y alienación de la persona humana, a no desistir de un trabajo invisible y silencioso que no conoce resultados inmediatos, sino de una gran confianza en la pronta transformación del corazón de cada persona, fruto de nuestro ejemplo cristiano.
Es tiempo para cuidar nuestros templos de Dios, los personales y los comunitarios, para que Él pueda seguir trabajando en cada uno de nosotros, y que los efectos de su Resurrección puedan ser visibles también en cada uno de nosotros.
Que el Señor te bendiga y te de la paz.
       TIEMPO DE CUARESMA (IV de IV)
LLAMADOS A HACER VISIBLE EL AMOR… A PESAR DE LA CRUZ
Nos es difícil comprender y asumir que el fracaso, el sufrimiento y la muerte también pueden ser experiencias renovadoras y liberadoras.
Es una de las grandes paradojas del cristianismo. “… así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que crea en El tenga vida eterna” (Juan 3:14).
Pero la elevación de Cristo no es la clase de elevación que muchos esperaban o deseaban. El triunfo de Cristo no es el triunfo del poder, de la fuerza o de la popularidad. El triunfo de Cristo es concretamente el fracaso a los ojos del mundo porque el amor, el amor verdadero, no quiera saber nada de protagonismos, de intereses personales, de placeres o de fuerzas.
Su fuerza está precisamente en su debilidad, y esa debilidad nos hace daño hasta el punto de no poderla soportar. La perplejidad del sacrificio de amor de Cristo en la cruz nos deja atónitos. ¡Qué difícil es de entender que un sacrificio así nos puede llevar a la vida verdadera!
Necesitamos llenarnos de fe y saber que a menudo, aquello que nos permite crecer como personas y sentirnos amados, pasa por períodos de crisis y de dolor donde aparentemente parece que Dios no esté con nosotros, pero es precisamente entonces, en aquellos momentos de prueba, donde nosotros tenemos la responsabilidad y la posibilidad de hacerlo visible y darlo a conocer, para que en aquellas situaciones también pueda ser elevado y reconocido ante todos.
Que el Señor te bendiga y te de amor y paz.
CONCLUSION
No es tanto la penitencia corporal lo que interesa subrayar, sino la conversión interior del corazón. Los textos bíblicos orientan la actitud cuaresmal de cara a una profunda purificación del corazón y de la vida misma de la comunidad cristiana.
La verdadera conversión a Dios se manifiesta en una apertura generosa y desinteresada hacia las obras de misericordia: dar limosna a los pobres y comprometerse solidariamente con ellos, visitar a los enfermos, defender los intereses de los pequeños y de los marginados, y atender con generosidad a los necesitados.
En definitiva, la Cuaresma debe entenderse como una lucha contra el propio egoísmo y como una apertura la fraternidad. A partir de ahí es posible hablar de una verdadera conversión y de una auténtica ascesis. Sólo así puede iniciarse el camino que lleva a la Pascua.
Que este sea el propósito de nuestro camino cuaresmal: tener sed de Dios y buscarlo en lo más profundo de nosotros mismos con gran sencillez. Y que, al mismo tiempo, esta búsqueda e interiorización se conviertan en una purificación de nuestra vida, de nuestro criterio y de nuestro comportamiento personal.
Permitamos que la Cuaresma entre en nuestra vida, que la ceniza llegue a nuestro corazón y que la penitencia transforme nuestras almas en almas auténticamente dispuestas a encontrarse con el Señor.
Y lo más importante: que los propósitos de la Cuaresma sigan vivos en cada uno de nosotros durante toda nuestra vida. Sólo así la Cuaresma puede tener un sentido.
(Agustín Fabra. www.religionenlibertad)

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