Queridos hermanos y hermanas: después del gran papa Juan Pablo II, los señores cardenales me han elegido a mí, un simple y humilde trabajador de la viña del Señor. Me consuela el hecho de que el Señor sabe trabajar y actuar incluso con instrumentos insuficientes, y sobre todo me encomiendo a vuestras oraciones. En la alegría del Señor resucitado, confiando en su ayuda continua, sigamos adelante. El Señor nos ayudará y María, su santísima Madre, estará a nuestro lado. ¡Gracias!13
Benedicto XVI, desde el balcón central de la Basílica Vaticana
19 DE ABRIL DE 2005
ADIÓS, HASTA SIEMPRE , QUERIDO PAPA BENEDICTO XVI, GRACIAS, GRACIAS,
RECE POR NOSOTROS.
GRACIAS
POR EL TESTIMONIO
DE HUMILDAD Y ESPERANZA,
QUE NOS REGALA.
GRACIAS, QUERIDO PAPA, GRACIAS.
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