SAN AGUSTIN

¿Cómo aprender Humildad? ¡Sólo con humillaciones!
(Beata Teresa de Calcuta)

...Llenaos primero vosotros mismos; sólo así podréis dar a los demás. (San Agustín)

Dios no pretende de mí que tenga éxito. Sólo me exige que le sea fiel.
(Beata Teresa de Calcuta)

GOTA

... lo que hacemos es tan solo una gota en el mar, pero el mar sería menos si le faltara esa gota.
(Beata Teresa de Calcuta)

Contento, Señor, Contento (San Alberto Hurtado)

...y ESO ES LA SANTIDAD, DEJAR QUE EL SEÑOR ESCRIBA NUESTRA HISTORIA... (Papa Francisco)

«No ser, no querer ser; pisotear el yo, enterrarlo si posible fuera...».
(Santa Ángela de la Cruz)

Reconoce cristiano, tu dignidad, que el Hijo de Dios se vino del Cielo, por salvar tu alma. (San León Magno)

miércoles, 1 de mayo de 2013

MADRE TERESA DE CALCUTA A LA VIRGEN MARIA


"Pensamientos sobre la Santísima Virgen María", de la Madre Teresa de Calcuta.

  • María es nuestra Madre, la causa de nuestra alegría. Por ser Madre, yo jamás he tenido dificultad alguna en hablar con María y en sentirme muy cercana a Ella.
  • Nuestra Señora nos ofrece las mejores lecciones de humildad. Aunque estaba llena de gracia, se proclamó esclava del Señor. Aun siendo Madre de Dios, fue a visitar a su prima Isabel para hacer las tareas del hogar. Aunque concebida sin mancha, se encuentra con Jesús humillado con la cruz a cuestas camino del Calvario y permanece al pie de la cruz como una pecadora necesitada de redención.
  • Sorprende la humildad con que se inició el misterio de la Redención. Porque Dios no envió al arcángel Gabriel a un palacio de gente ilustre y rica, sino a la joven doncella María, que vivía en una humilde casita de Nazaret. Por otra parte, María no hizo más que una pregunta: ¿Cómo puede ser esto?  -El angel le dio una sencilla explicación, y ella, la Llena de Gracia, no pretendió saber más.
  • Todos tenemos presente la escena del banquete nupcial descrito en el Evangelio (Jn. 2, 3).    Había mucha gente, pero sólo María se percató de que el vino empezaba a escasear.    Tuvo compasión de aquella joven pareja y quiso evitarle la humillación de no tener vino suficiente para los invitados.    ¿Qué hizo?    -Sin llamar la atención, con serenidad, dejó la sala (porque en las fiestas judías mujeres y hombres estaban separados entre sí) y, acercándose a Jesús, le dijo con total sencillez: -No tienen vino.    Ahí se nota la caridad de María.     Advierte las necesidades de los demás y se las comunica a Jesús con toda delicadeza.
  • A María, nuestra Madre, le demostraremos nuestro amor trabajando por su Hijo Jesús, con Él y para Él.
  • Deberíamos hacer con los pobres lo que hizo María con su prima Isabel: ponernos a su servicio.
  • Oigamos a María para que nos enseñe, como hizo con su Hijo Jesús, a ser mansos y humildes de corazón, y de esta manera poder dar gloria a nuestro Padre que está en los cielos.
  • Suelo recomendar el rezo de la siguiente oración:
"María, Madre de Jesús  y de cuantos participan de su ministerio sacerdotal,
acudimos a Ti como hijos que acuden a su Madre.
Ya no somos niños, sino adultos que de todo corazón desean ser hijos de Dios.
Nuestra condición humana es débil; 
por eso venimos a suplicar tu ayuda maternal 
para conseguir sobreponernos a nuestras debilidades.
Ruega por nosotros,
para que, a nuestra vez, podamos ser personas de oración.
Invocamos tu protección para poder permanecer libres de todo pecado.
Invocamos tu amor para que el amor pueda reinar, 
y nosotros podamos ser compasivos y capaces de perdonar.
Invocamos tu bendición para que podamos ser como la imagen de tu Hijo,
Señor y Salvador nuestro, Jesucristo. Amén."
  • Cuando la congregación de las Misioneras de la Caridad acababa de ser fundada, tuvimos necesidad urgente de un edificio para la casa matriz. Para conseguirlo, yo prometí rezar a la Virgen 85.000 veces el Acordaos, es decir, la siguiente oración: "Acaordaos, oh piadosísima Virgen María, que jamás se ha oído decir que ninguno de cuantos han invocado vuestra protección, imporado vuestro auxilio o suplicado vuestra intercesión, haya sido desamparado. Animado por esta misma confianza, recurro a Vos, oh Virgen de las vírgenes y Madre mía amantísima. A vos acudo, ante Vos me postro, triste y pecador. Oh, Madre del Verbo Encarnado, no despreciéis mis peticiones, sino que, por vuestra bondad, dignaos escucharme y socorrerme. Amén."  -Por entonces éramos todavía muy pocas hermanas. ¿Cómo podríamos hacer frente a nuestra deuda de oraciones?    Se me ocurrió una solución: reunir a todos los niños y a los enfermos que teníamos a nuestro cuidado en Nirmal Hriday y en Shishu Bhavan. Les enseñé la oración y todos hicimos promesa de decirla.     El edificio no tardó en ser nuestro.

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