SAN AGUSTIN

¿Cómo aprender Humildad? ¡Sólo con humillaciones!
(Beata Teresa de Calcuta)

...Llenaos primero vosotros mismos; sólo así podréis dar a los demás. (San Agustín)

Dios no pretende de mí que tenga éxito. Sólo me exige que le sea fiel.
(Beata Teresa de Calcuta)

GOTA

... lo que hacemos es tan solo una gota en el mar, pero el mar sería menos si le faltara esa gota.
(Beata Teresa de Calcuta)

Contento, Señor, Contento (San Alberto Hurtado)

...y ESO ES LA SANTIDAD, DEJAR QUE EL SEÑOR ESCRIBA NUESTRA HISTORIA... (Papa Francisco)

«No ser, no querer ser; pisotear el yo, enterrarlo si posible fuera...».
(Santa Ángela de la Cruz)

Reconoce cristiano, tu dignidad, que el Hijo de Dios se vino del Cielo, por salvar tu alma. (San León Magno)

martes, 6 de septiembre de 2016

SANTA TERESA DE CALCUTA

Santa Teresa de Calcuta: 

Amor a Cristo en la Eucaristía y en los pobres 



Santa Teresa de Calcuta
La devoción de Santa Teresa de Calcuta a Cristo en la Eucaristía es sin duda en ella, y también en sus hijas, las Misioneras de la Caridad, uno de los rasgos principales de su fisonomía espiritual. El padre Edward Le Joly, que las atendió durante muchos años, lo testimonia con fuerza en su biografía, de la que reproduzco algunos fragmentos (La Madre Teresa, Palabra, Madrid 1994, 4ª ed., 141-143).
«Un periodista le preguntó a la Madre Teresa: “¿Qué es lo más importante, a su juicio, en la formación de las monjas?”. Respondió ella: “Lo más importante es que tengan un amor hondo, personal, al Santísimo Sacramento, de tal forma que encuentren a Jesús en la Eucaristía. Así podrán encontrarle también en el prójimo y servirle en los pobres“… A Cristo se le sigue encontrando en la tierra, aquí y ahora, de manera palpable. La clave de la formación que imparte a las Hermanas es Jesús presente en la Eucaristía y presente en el prójimo.
«En la Eucaristía está la Víctima del Sacrificio al que se incorporan las Hermanas, el Alimento que las sostiene y les da la fortaleza necesaria para llevar a cabo su labor apostólica, la Sagrada Presencia a la cual acuden para ofrecerle consuelo y amor y recibir inspiración y aliento.
«La Madre insiste en la importancia de hacer la oración ante el Santísimo Sacramento, de ser fieles a la hora de la adoración vespertina. Ella acompaña a todos los visitantes a visitar la capilla y les invita a saludar al Dueño de la casa. Se regocija cuando se entera de que los grupos de sus Colaboradores organizan horas de adoración ante el Sagrario…
«Las Hermanas pasan horas al día lejos de su convento, trabajando, mucho tiempo viajando o caminando por las calles, así que deben aprender a dialogar con el Señor en cualquier circunstancia y a encontrarle en cualquier parte. Hablando a las que van a profesar, siempre les insiste en la presencia de Dios. Enseguida lo comprenden y se dan cuenta de que está presente en su alma y ese descubrimiento convierte su oración en algo personal, íntimo, habitual.
«Quien ama a Jesús, practica los dos mandamientos: amor a Dios y al prójimo. Las Hermanas, por vocación divina, están llamadas al amor, a un amor total e incluso heroico. Descubren la presencia de Dios, que las conduce a El. Con amor y respeto, le sirven en el prójimo, curando las llagas de Cristo en los sufrimientos de sus hermanos y hermanas. Así, su alma se convierte en un tabernáculo. El Señor habita conmigo, en mí. Una vez, cuando le hablaba a la Madre de la presencia de Dios en el alma, me dijo:
«–¿La inhabitación? Sí, la olvidamos a veces.
«A la Madre le gusta sentirse cerca de Aquel a quien ama. Encuentra a Cristo en el Sagrario y en Sus hermanos los hombres. Él es laCabeza y ella y los demás hombres su Cuerpo. Cristo en el Sagrario y en los pobres que sufren esperan a las Hermanas; le visitan a El y atienden a los hombres. La devoción a la Sagrada Eucaristía atrae con fuerza a las almas amantes, y a quienes gustan de lo concreto y lo vivo. Varias Hermanas me han dicho que encuentran fuerza para llevar a cabo su tarea diaria y abrazar la Cruz en su oración ante el Santísimo Sacramento. “Señor acéptalo todo”, le dicen. “Todo es tuyo”…
«Para la Madre Teresa, la obediencia significa una completa disponibilidad al servicio de Cristo en cualquier circunstancia. Como San Francisco de Asís, pide a sus religiosas una perfecta sumisión a la voluntad de Dios manifestada en las órdenes de las Superioras, con espíritu de amor y pronta ejecución».
Veamos, más en concreto, cómo las Misioneras distribuyen en su horario el ora et labora.
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ORA. Oración y adoración
Guardo sobre el horario de las Misioneras de la Caridad un información que una de ellas daba en una entrevista de hace unos años, cuando aún vivía la Madre fundadora. Quizá hoy esté en algo cambiado, pero no será en mucho.
«Nos levantamos a las cinco menos veinte y hacemos una hora de oración, meditando sobre la Palabra de Dios del día, rezando el Oficio y haciendo lectura espiritual. Luego viene el desayuno y la limpieza de casa. A las ocho tenemos la Misa y después hacemos apostolados dedicados a los pobres, a los que viven aquí o a los de fuera: todos los servicios que sean, incluida la atención a los enfermos de sida. A las doce paramos para hacer media hora de oración, seguida de la comida. Después, media hora de descanso. A las dos hacemos otra hora de oración. A las tres o tres y media, salimos de nuevo a hacer apostolado, hasta las siete. A esa hora nos recogemos a hacer oración durante media hora. A continuación, la cena y luego diez minutos más de oración. A las ocho y media nos reunimos para hacer media hora de recreación en común, después de lo cual volvemos a hacer oración durante otra media hora, de nueve a nueve y media de la noche. A las diez, si podemos, nos acostamos. Pero no todos los días son iguales. Los jueves, por ejemplo, rezamos más, y el primer jueves de cada mes hacemos una día de retiro, con dos horas de oración ante el Santísimo expuesto en el interior de la comunidad».
Es posible que conozcan ya ustedes aquella anécdota, en la que un europeo, admirado por la vida y labor de la M. Teresa y de sus hijas, le dijo: «Madre, yo esto no lo haría no por todo el oro del mundo». La Madre le contestó: «Ni yo tampoco, hijo, ni yo tampoco». Uno de sus lemas era: «Lo hacemos por Jesús». Y podría haber sido: «Lo hacemos por Jesús y con Jesús».
LABORA. Servicio a los pobres
Cuando las Hermanas no están orando ante el Señor, siguen estando con Él, sirviéndole en lo pobres: en comedores para pobres, albergues para mendigos, casas para enfermos o excarcelados, hogares para niños abandonados o ancianos moribundos, centros para enfermos mentales o afectados por el sida, etc. Y es de notar que, llevando una vida semejante, las Misioneras de la Caridad es una de la congregaciones religiosas actuales que tienen más vocaciones. La obra fue fundada en Calculta (1950) con tan sólo doce religiosas. Y hoy son más de 4.500, atendiendo orfanatos, centros de caridad, refugiados, alcohólicos, impedidos, pobres, sin hogar, enformas del sida, víctimas de inundaciones, epidemias y hambre por todo el mundo, con casas en Asia, África, América Latina, América del Norte, Europa y Australia.
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Otras Fundaciones hermanas
En torno a las Misioneras, y fundadas por la misma Madre Teresa, hay un buen número de asociaciones integradas por sacerdotes, laicos consagrados, voluntarios, etc. que participan de su vida espiritual y de sus trabajos apostólicos. Señalo algunas.
Hermanos Misioneros de la Caridad, fundados por la Madre Teresa y el Hermano Andrew en 1963. Se dedican a obras de caridad como leproserías para hombres, casas de acogida para toxicómanos, enfermos de sida, alcohólicos, jóvenes inadaptados, etc. Son unos 400 y no se ordenan sacerdotes.
Misioneras de la Caridad Contemplativas, fundadas en 1976 por la Madre Teresa y por Sor Nirmala (Superiora General). Las hermanas no son de estricta clausura, sino «contemplativas en el mundo».
Misioneros de la Caridad Contemplativos, fundados en 1979 por la Madre Teresa y el Padre Sebastián Vazhakala. Algunos Hermanos son ordenados sacerdotes.
Padres Misioneros de la Caridad, fundados en 1984 por la Madre Teresa y el Padre Joseph Langford. La Madre Teresa sabía que la pobreza más profunda de los hombres era la espiritual, y que ésta sólo puede ser erradicada con el ministerio sacerdotal. Los Padres Misioneros desempeñan su ministerio en las calles, barrios pobres, en las afueras de las poblaciones, y a otros lugares donde no llega la pastoral ordinaria.
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San Juan Pablo II y Santa Teresa de Calcuta
Entre los dos santos, como es sabido, hubo una gran amistad, fundada en una afinidad espiritual muy profunda, tanto en la devoción a la Eucaristía como en el amor servicial a los pobres. Recordaré aquí del Papa santo únicamente un texto muy hermoso de su exhortación apostólica Dominicæ Coenæ (1980, n.3), en el que no solamente manifiesta con fuerza su voluntad de estimular todas las formas tradicionales de la devoción eucarística, «oraciones personales ante el Santísimo, horas de adoración, exposiciones breves, prolongadas, anuales –las cuarenta horas–, bendiciones y procesiones eucarísticas, congresos eucarísticos», sino que afirma incluso que «la animación y el fortalecimiento del culto eucarístico son una prueba de esa auténtica renovación que el Concilio se ha propuesto y de la que es el punto central». Y sigue diciendo:
«La Iglesia y el mundo tienen una gran necesidad del culto eucarístico. Jesús nos espera en este sacramento del amor. No escatimemos tiempo para ir a encontrarlo en la adoración, en la contemplación llena de fe y abierta a la reparación por las graves faltas y delitos del mundo. No cese nunca nuestra adoración».
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Santidad y fecundidad apostólica
Santa Teresa de Calcuta (1910-1997), Agnes Gonxha Bojaxhiu, albanesa, naturalizada india, iluminó al mundo –incluso el pagano– con la luz de la santidad, la luz deslumbrante de Cristo. Beatificada por Juan Pablo II en 2003, es canonizada por el papa Francisco en 2016. Conociendo su vida, comprobamos una vez más, sobre todo en las profesiones más altas, que un santo hace más por el Reino de Dios que diez mil mediocres, porque éstos, aunque no sean malos, apenas hacen bienes, y aún causan daños. En cambio, la unión de Santa Teresa de Calculta con Cristo fue tan grande, que participó de su omnipotencia benéfica y santificante. Siendo ella una mujer sencilla, sin especiales dones extraordinarios, fue la suya una vida sobre-humana, sólo explicable en sus efectos por la gracia sobre-natural, es decir, por obra del Espíritu Santo.
Demos gracias a Dios. 
José María Iraburu, sacerdote

1 comentario:

  1. Buenas noches.

    Me llamo Andrés, tengo 30 años y soy de Málaga capital.

    Me gustaría saber si existe en Málaga un grupo de laicos misioneros de la caridad y, en caso afirmativo, si es oficial reconocido por la congregación. También me gustaría saber a qué os dedicáis, cómo sería el compromiso para ser miembro, la relación con la Iglesia diocesana...

    Muchísimas gracias por su atención y amabilidad.

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