San Pedro y san Pablo, unidos por un martirio de amor, en la fe comprometidos, llevadnos hasta el Señor. El Señor te dijo: "Simón, tú eres Piedra, sobre este cimiento fundaré mi Iglesia: la roca perenne, la nave ligera. No podrá el infierno jamás contra ella. Te daré las llaves para abrir la puerta." Vicario de Cristo, timón de la Iglesia. Pablo, tu palabra, como una saeta, llevó el Evangelio por toda la tierra. Doctor de las gentes, vas sembrando Iglesias; leemos tus cartas en las asambleas, y siempre de Cristo nos hablas en ellas; la cruz es tu gloria, tu vida y tu ciencia. San Pedro y san Pablo: en la Roma eterna quedasteis sembrados cual trigo en la tierra; sobre los sepulcros, espigas, cosechas, con riego de sangre plantasteis la Iglesia. San Pedro y san Pablo, columnas señeras, testigos de Cristo y de sus promesas.
San Pedro |
Cuando el gallo, tres veces negaste a tu Maestro; y él tres veces te dijo: "¿Me amas más que éstos?" Se te puso muy triste tu llanto y tu silencio: pero la Voz te habló de apacentar corderos. Tu pecado quemante se convirtió en incendio, y abriste tus dos brazos al madero sangriento. La cabeza hacia abajo y el corazón al cielo: porque, cuando aquel gallo, negaste a tu Maestro. Amén.
Tú que pediste por Pedro, para que su fe no se apagara,
—da firmeza a la fe de tu Iglesia
Tú que, después de resucitado, te apareciste a Simón Pedro y te manifestaste a Saulo,
—ilumina nuestras mentes para que reconozcamos que vives para siempre.
Tú que escogiste al apóstol Pablo para dar a conocer tu nombre a los pueblos paganos,
—haznos auténticos pregoneros de tu Evangelio
Tú que perdonaste misericordiosamente las negaciones de Pedro,
—perdónanos todas nuestras deudas
Señor, tú que nos llenas de santa alegría en la celebración de la fiesta de san Pedro y san Pablo, haz que tu Iglesia se mantenga siempre fiel a las enseñanzas de aquellos que fueron fundamento de nuestra fe cristiana.
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