SAN AGUSTIN

¿Cómo aprender Humildad? ¡Sólo con humillaciones!
(Beata Teresa de Calcuta)

...Llenaos primero vosotros mismos; sólo así podréis dar a los demás. (San Agustín)

Dios no pretende de mí que tenga éxito. Sólo me exige que le sea fiel.
(Beata Teresa de Calcuta)

GOTA

... lo que hacemos es tan solo una gota en el mar, pero el mar sería menos si le faltara esa gota.
(Beata Teresa de Calcuta)

Contento, Señor, Contento (San Alberto Hurtado)

...y ESO ES LA SANTIDAD, DEJAR QUE EL SEÑOR ESCRIBA NUESTRA HISTORIA... (Papa Francisco)

«No ser, no querer ser; pisotear el yo, enterrarlo si posible fuera...».
(Santa Ángela de la Cruz)

Reconoce cristiano, tu dignidad, que el Hijo de Dios se vino del Cielo, por salvar tu alma. (San León Magno)

domingo, 13 de noviembre de 2016

LO QUE NOS PIDE EL SEÑOR


Los últimos tiempos
Jl 2,21-3,5
Así dice el Señor:
«No temas, suelo, alégrate y regocíjate, 
porque  el Señor hace cosas grandes. 
No temáis, animales del campo; germinarán 
las estepas, los árboles darán fruto, la vid y 
la higuera, su riqueza.
Hijos de Sión, alegraos, gozaos en el Señor,
 vuestro Dios, que os dará la lluvia temprana
en su sazón, hará descender como antaño 
las lluvias tempranas y tardías. 
Las eras se llenarán de trigo, rebosarán
 los lagares de vino y aceite; os pagaré los 
años en que devoraban la langosta y el saltamontes, mi ejército numeroso que envié contra vosotros. Comeréis hasta hartaros, y alabaréis el nombre del Señor, Dios vuestro. Porque hizo milagros en vuestro favor, y mi 
pueblo no será confundido.
Sabréis que yo estoy en medio de Israel, 
el Señor, vuestro Dios, el Único, y mi pueblo 
no será confundido jamás.
Después de eso, derramaré mi Espíritu 
sobre toda carne: profetizarán vuestros 
hijos e hijas, vuestros ancianos soñarán 
sueños, vuestros jóvenes verán visiones. También sobre mis siervos y siervas derramaré 
mi Espíritu aquel día. 
Haré prodigios en cielo y tierra: sangre, 
fuego, columnas de humo. 
El sol se entenebrecerá, la luna se pondrá 
como sangre, antes de que llegue el día del
 Señor, grande y terrible.
Cuantos invoquen el nombre del Señor se salvarán. 
Porque en el monte de Sión y en Jerusalén quedará un resto; como lo ha prometido 
el Señor a los supervivientes que él llamó.»
R/. Habrá señales en el sol y la luna y las 
estrellas, y en la tierra angustia de las gentes. Cuando veáis que suceden estas cosas, sabed 
que está cerca el reino de Dios.
V/. Vigilad y orad, pues no sabéis cuándo es el momento.
R/. Cuando veáis que suceden estas cosas, 
sabed que está cerca el reino de Dios.
Lectura Patrística
No pongamos resistencia a su primera venida, 
y no temeremos la segunda
San Agustín
Comentarios sobre los salmos 95,14.1
Aclamen los árboles del bosque, delante 
del Señor, que ya llega, ya llega a regir la tierra. Vino una primera vez, pero vendrá de 
nuevo. 
En su primera venida, pronunció estas 
palabras que leemos en el Evangelio: 
Desde ahora veréis que el Hijo del hombre 
viene sobre las nubes. 
¿Qué significa: Desde ahora? 
¿Acaso no ha de venir más 
tarde el Señor, cuando prorrumpirán en 
llanto todos los pueblos de la tierra? 

Primero vino en la persona de sus 
predicadores, y llenó todo el orbe de la 
tierra.
 No pongamos resistencia a su primera 
venida, y no temeremos la segunda.
¿Qué debe hacer el cristiano, por tanto? 
Servirse de este mundo, no servirlo a él. 
¿Qué quiere decir esto? 
Que los que tienen han de vivir como si no tuvieran, según las palabras del Apóstol:
Digo esto, hermanos: que el momento es apremiante. 
Queda como solución que los que tienen 
mujer vivan como si no la tuvieran; 
los que lloran, como si no lloraran; 
los que están alegres, como si no lo
 estuvieran; los que compran, como si no poseyeran; los que negocian en el mundo, 
como si no disfrutaran de él: porque la representación de este mundo se termina. 
Quiero que os ahorréis preocupaciones. 
El que se ve libre de preocupaciones espera seguro la venida de su Señor. 
En esto, ¿qué clase de amor a Cristo es el 
de aquel que teme su venida? 
¿No nos da vergüenza, hermanos? 
Lo amamos y, sin embargo, tememos su 
venida.
¿De verdad lo amamos? 
¿No será más bien que amamos nuestros pecados? 
Odiemos el pecado, y amemos al que 
ha de venir a castigar el pecado. 
Él vendrá, lo queramos o no; 
el hecho de que no venga ahora no significa 
que no haya de venir más tarde. 
Vendrá, y no sabemos cuando; 
pero, si nos halla preparados, en nada nos perjudica esta ignorancia.
Aclamen los árboles del bosque. 
Vino la primera vez, y vendrá de nuevo 
a juzgar a la tierra; hallará aclamándolo 
con gozo, porque ya llega,
 a los que creyeron en su primera venida.
Regirá el orbe con justicia y los pueblos con fidelidad. 
¿Qué significan esta justicia y esta fidelidad? 
En el momento de juzgar reunirá junto a sí a 
sus elegidos y apartará de sí a los demás, 
ya que pondrá a unos a la derecha y a otros 
a la izquierda. 
¿Qué más justo y equitativo que no 
esperen misericordia del juez aquellos que 
no quisieron practicar la misericordia antes 
de la venida del juez? 
En cambio, los que se esforzaron en practicar la misericordia serán juzgados con misericordia. 
Dirá, en efecto, a los de su derecha: 
Venid, vosotros, benditos de mi Padre; 
heredad el reino preparado para vosotros 
desde la creación del mundo.
 Y les tendrá en cuenta sus obras de misericordia: 
Porque tuve hambre, 
y me disteis de comer; 
tuve sed, 
y me disteis de beber, 
y lo que sigue.
Y a los de su izquierda 
¿qué es lo que les tendrá en cuenta? 
Que no quisieron practicar la misericordia. 
¿Y a dónde irán? Id al fuego eterno. 
Esta mala noticia provocará en ellos 
grandes gemidos. Pero, ¿qué dice otro salmo?
 El recuerdo del justo será perpetuo. 
No temerá la malas noticias.
 ¿Cuál es la mala noticia? 
Id al fuego eterno preparado 
para el diablo y sus ángeles. 
Los que se alegrarán por la buena noticia 
no temerán la mala. 
Ésta es la justicia y la fidelidad de que habla 
el salmo.
¿Acaso, porque tú eres injusto,
 el juez no será justo? 
O, ¿porque tú eres mendaz, no será veraz 
el que es la verdad en persona? 
Pero, si quieres alcanzar misericordia, 
sé tú misericordioso antes de que venga: perdona los agravios recibidos,
 da de lo que te sobra. 
Lo que das ¿de quién es sino de él? 

Si dieras de lo tuyo, sería generosidad, 
pero porque das de lo suyo es devolución.
¿Tienes algo que no hayas recibido? 
Éstas son las víctimas agradables a Dios: 
la misericordia, la humildad, la alabanza, 
la paz, la caridad. 
Si se las presentamos, entonces podremos esperar seguros la venida del juez 
que regirá el orbe con justicia y 
los pueblos con fidelidad.
R/. El Hijo del hombre vendrá entre sus ángeles, 
con la gloria de su Padre, y entonces pagará 
a cada uno según su conducta.
V/. Regirá el orbe con justicia y los pueblos con fidelidad.
R/. Y entonces pagará a cada uno según su 
conducta.
Te Deum
(sólo domingos, solemnidades, fiestas y ferias de navidad)
A ti, oh Dios, te alabamos,
a ti, Señor, te reconocemos.

A ti, eterno Padre,
te venera toda la creación.

Los ángeles todos, los cielos
y todas las potestades te honran.

Los querubines y serafines
te cantan sin cesar:

Santo, Santo, Santo es el Señor,
Dios del universo.

Los cielos y la tierra 
están llenos de la majestad de tu gloria.

A ti te ensalza
el glorioso coro de los apóstoles,
la multitud admirable de los profetas,
el blanco ejército de los mártires.

A ti la Iglesia santa, 
extendida por toda la tierra, 
te proclama:

Padre de inmensa majestad, 
Hijo único y verdadero, digno de adoración, 
Espíritu Santo, Defensor.

Tú eres el Rey de la gloria, Cristo.

Tú eres el Hijo único del Padre.

Tú, para liberar al hombre, 
aceptaste la condición humana 
sin desdeñar el seno de la Virgen. 

Tú, rotas las cadenas de la muerte, 
abriste a los creyentes el reino del cielo.

Tú te sientas a la derecha de Dios 
en la gloria del Padre.

Creemos que un día 
has de venir como juez.

Te rogamos, pues, 
que vengas en ayuda de tus siervos, 
a quienes redimiste con tu preciosa sangre.

Haz que en la gloria eterna 
nos asociemos a tus santos.


(lo que sigue puede omitirse)

Salva a tu pueblo, Señor, 
y bendice tu heredad.

Sé su pastor 
y ensálzalo eternamente.

Día tras día te bendecimos 
y alabamos tu nombre para siempre, 
por eternidad de eternidades.

Dígnate, Señor, en este día 
guardarnos del pecado.

Ten piedad de nosotros, Señor, 
ten piedad de nosotros.

Que tu misericordia, Señor, 
venga sobre nosotros, 
como lo esperamos de ti.

En ti, Señor, confié, 
no me veré defraudado para siempre.
Final

Oremos:

Señor, Dios nuestro, concédenos vivir 
siempre alegres en tu servicio, porque 
en servirte a ti, creador de todo bien, 
consiste el gozo pleno y verdadero. 
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, 
que vive y reina contigo en la unidad del 
Espíritu Santo y es Dios 
por los siglos de los siglos.
Amén.
(se hace la señal de la cruz mientras se dice:)
V/. Bendigamos al Señor.
R/. Demos gracias a Dios


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