SAN AGUSTIN

¿Cómo aprender Humildad? ¡Sólo con humillaciones!
(Beata Teresa de Calcuta)

...Llenaos primero vosotros mismos; sólo así podréis dar a los demás. (San Agustín)

Dios no pretende de mí que tenga éxito. Sólo me exige que le sea fiel.
(Beata Teresa de Calcuta)

GOTA

... lo que hacemos es tan solo una gota en el mar, pero el mar sería menos si le faltara esa gota.
(Beata Teresa de Calcuta)

Contento, Señor, Contento (San Alberto Hurtado)

...y ESO ES LA SANTIDAD, DEJAR QUE EL SEÑOR ESCRIBA NUESTRA HISTORIA... (Papa Francisco)

«No ser, no querer ser; pisotear el yo, enterrarlo si posible fuera...».
(Santa Ángela de la Cruz)

Reconoce cristiano, tu dignidad, que el Hijo de Dios se vino del Cielo, por salvar tu alma. (San León Magno)

martes, 10 de marzo de 2015

EN CUARESMA

Oración, ayuno y misericordia
San Pedro Crisólogo                                                                                   Sermón  43        



Tres son, hermanos, los resortes que hacen que la fe se mantenga firme,
 la devoción sea constante, y la virtud permanente. Estos tres resortes
son: la oración, el ayuno y la misericordia. Porque la oración llama,
el ayuno intercede, y la misericordia recibe. Oración, misericordia y
ayuno constituyen una sola y única cosa, y se vitalizan recíprocamente.
El ayuno, en efecto es el alma de la oración, y la misericordia es la vida
 del ayuno. Que nadie trate de dividirlas, pues no pueden separarse.
Quien posee uno solo de los tres, si al mismo tiempo no posee los otros,
no posee ninguno. Por tanto, quien ora, que ayune; quien ayuna, que
se compadezca: que preste oídos a quien le suplica aquel que, al
suplicar, desea que se le oiga, pues Dios presta oído, a quien no
cierra los suyos al que le suplica.
Que el que ayuna, entienda bien lo que es el ayuno; que preste
atención al hambriento quien quiere que Dios preste atención
a su hambre; que se compadezca quien espera misericordia;
que tenga piedad quien la busca; que responda, quien desea que le
responda a él.
Es un indigno suplicante quien pide para sí lo que niega a otro.
Díctate a ti mismo la norma de la misericordia de acuerdo con
manera, la cantidad y la rapidez con que quieres que
tengan misericordia contigo. Compadécete tan pronto como
quisieras que los otros se compadezcan de ti.
En consecuencia, la oración, la misericordia, y el ayuno, deben ser
como un único intercesor en favor nuestro ante Dios, una única
llamada, una única y triple petición.
Recobremos, pues, con ayunos lo que perdimos por el desprecio:
inmolemos nuestras almas con ayunos, porque no hay nada mejor
que podamos ofrecer a Dios, de acuerdo con lo que el profeta
dice:
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado, un corazón quebrantado 
y humillado tú no lo desprecias.
Hombre, ofrece a Dios tu alma, y ofrece la oblación del ayuno,
para que sea una hostia pura, un sacrificio santo, una víctima
viviente, provechosa para ti y acepta a Dios. Quien no dé esto
a Dios, no tendrá excusa, porque no hay nadie que no se posea
a sí mismo para darse.
Pero para que estas ofrendas sean aceptadas, tiene que venir
después la misericordia; el ayuno no germina si la misericordia
no le riega, el ayuno se torna infructuoso si la misericordia
no lo fecundiza; lo que es la lluvia para la tierra, eso mismo es
la misericordia para el ayuno. Por más que perfeccione su
corazón, purifique su carne, desarraigue los vicios, y siembre
las virtudes, como no produzca caudales de misericordia, el
que ayuna no cosechará fruto alguno.
Tú que ayunas, piensa que tu campo queda en ayunas si
ayuna tu misericordia; lo que siembras en misericordia, eso
mismo rebosará en tu granero. Para que no pierdas a fuerza
de guardar, recoge a fuerza de repartir; al dar al pobre te haces
limosna a ti mismo: porque lo que dejes de dar a otro, no lo
tendrás tampoco para ti.
R/. Buena es la oración sincera, con el ayuno y
la limosna generosa; la limosna expía el pecado.
V/. Los que hacen limosnas se saciarán de vida.
R/. La limosna expía el pecado.

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