SAN AGUSTIN

¿Cómo aprender Humildad? ¡Sólo con humillaciones!
(Beata Teresa de Calcuta)

...Llenaos primero vosotros mismos; sólo así podréis dar a los demás. (San Agustín)

Dios no pretende de mí que tenga éxito. Sólo me exige que le sea fiel.
(Beata Teresa de Calcuta)

GOTA

... lo que hacemos es tan solo una gota en el mar, pero el mar sería menos si le faltara esa gota.
(Beata Teresa de Calcuta)

Contento, Señor, Contento (San Alberto Hurtado)

...y ESO ES LA SANTIDAD, DEJAR QUE EL SEÑOR ESCRIBA NUESTRA HISTORIA... (Papa Francisco)

«No ser, no querer ser; pisotear el yo, enterrarlo si posible fuera...».
(Santa Ángela de la Cruz)

Reconoce cristiano, tu dignidad, que el Hijo de Dios se vino del Cielo, por salvar tu alma. (San León Magno)

domingo, 16 de noviembre de 2014

LA PARÁBOLA DE LOS TALENTOS (Mt 25, 14-30)

Una aproximación a la parábola de los talentos

por Abel Della Costa
14 de mayo de 2009
Parábola riquísima, y enriquecida aun más por 2000 años de meditación, en este escrito apenas si nos aproximamos a algunos aspectos del relato: las diferencias entre las dos versiones (Mt y Lc) y algunos puntos a destacar de la versión de Mateo.
La parábola de los talentos se encuentra en dos lugares distintos de los evangelios, en Mateo 25 y en Lucas 19; la versión de Mateo es la que habla de "talentos" (tálanton), y es la versión más conocida (la que nos viene espontáneamente a la mente cuando la recordamos); la versión de Lucas, siendo fundamentalmente la misma parábola, habla en realidad no de "talentos" sino de "minas" (mná). La diferencia es importante, ya que el talento era una moneda de mucho valor -equivalente a 6000 dracmas-, mientras que la mina era una moneda de escaso peso, equivalente apenas a unas 100 dracmas; puesto en dinero de hoy (una conversión del todo relativa y al solo efecto de que nos podamos imaginar el impacto auditivo de la parábola con una y otra moneda):
-Cada talento equivalía a unos 20 kilos de plata, por lo que a precios de hoy rondaría los 8000 euros.
-Cada mina equivalía a unos 350 gramos de plata, por lo que, en la misma cotización actual, no pasaba de los 150 euros.
Cuando, entonces, en la versión de Lucas se habla de "ser fiel en lo mínimo", realmente se está hablando de un valor imaginario escaso, y es uno de los ejes de significado de la parábola: el término de comparación de ese valor imaginario escaso son unas ciudades que los servidores recibirán a cambio:
-el que gestionó bien la mina y produjo 10, recibe 10 ciudades, más la del mal negociador;
-el que gestionó bien la mina y produjo 5, recibe 5 ciudades;
-al mal negociador se le retira incluso ese escasísimo bien.
En cambio, en Mateo también se habla de "ser fiel en lo poco", pero eso poco no es escaso y mínimo, y no tiene el mismo sentido que en Lucas. Veamos las relaciones:
-uno recibió cinco talentos, y entregó otros cinco; recibe a cambio "el gozo de su Señor".
-el siguiente recibió dos, y entregó otros dos, cuatro en total; recibe a cambio "el gozo de su Señor"
-el mal negociador recibió uno y no lo hizo multiplicar, así que su talento se le entrega al primero, y a él se lo echa a las tinieblas.
Como vemos hay otras diferencias, no sólo el valor en juego:
-En Lucas los tres reciben inicialmente lo mismo, y una distinta capacidad negociadora los hace producir más o menos; en Mateo, las diferencias existen ya en el reparto.
-En Lucas el premio es proporcional al esfuerzo realizado: si se produjeron 10 minas, se reciben 10 ciudades, si 5, 5; en Mateo es "a todo o nada": lo que se recibe es, o el gozo del Señor o las tinieblas.
Sobre todo en esto último queda claro que, en torno a la misma parábola, se está hablando de dos cosas distintas; esas dos cosas las podríamos sintetizar así:
-La parábola contada por Lucas le habla a gente preocupada por el valor y sentido de los pequeños hechos de la vida diaria. La insistencia de todo el evangelio de San Lucas en la pobreza como signo del Reino no sólo tiene como referente que el público primario del Evangelio era de condición más bien humilde, sino que trata de llegar desde esa constatación de la pobreza al significado de una vida pobre en los valores profundos de la vida cristiana: pertrechar al creyente para que se acostumbrara a mirar la pobreza no como una carencia sino como un signo de elección, y por tanto ayudar a que sea la pobreza misma el motor de la acción cristiana de levadura en el mundo, por eso el "premio" a "negociar con poco" es algo que ocurre ya en este mundo: 10 minas, 10 ciudades para regir, etc..
-Mateo, sin desdeñar esto, que seguramente formaba parte esencial de la parábola tal como habrá salido de labios de Jesús (la expresión "ser fiel en lo poco" carece de contexto en la versión de Mateo), aprovecha la fuerza contenida en ella para llevar a los creyentes a meditar no en éste o aquel hecho de la vida cotidiana, sino en una valoración general de la vida. La versión de Mateo pone a los creyentes, no frente a circunstancias cambiantes de la vida, sino frente a lo que cada uno puede decir: "esto soy yo, esto he recibido yo de Dios, estos son mis 'talentos'". No es casual que en castellano la palabra "talento" haya pasado a querer decir "habilidad" o "capacidad natural": la etimología de este concepto en nuestro idioma hay que buscarla precisamente en la parábola de Mateo. Aunque luego veremos que ese "yo" del que habla la parábola no es -en primer lugar- el yo de cada creyente, sino el yo de la Iglesia.
Correspondientemente, así como la parábola no habla primordialmente de circunstancias de la vida, sino que da una mirada totalizante que cada uno puede hacer sobre su propia vida, el resultado no es algo "proporcionable", como en Lucas (cinco ciudades, diez ciudades, etc) sino lo único por lo que en definitiva vale la pena este todo o nada que es nuestra vida: el gozo del Señor o la tiniebla.
¿Cuál de estas parábolas contó Jesús? probablemente las dos versiones, y más también: Jesús era un predicador itinerante, así que -sobre la base de un repertorio de moldes narrrativos que pueden rastrearse perfectamente en los evangelios- adaptaría -como todo buen predicador- la "versión" del recitado a lo que en cada circunstancia percibiera como las necesidades del público concreto que tenía delante. De esa capacidad de Jesús de resonar con las expectativas, el lenguaje, las necesidaes concretas de su ocasional público, aprendieron los discípulos, y transmitieron a la primera Iglesia, de tal modo que cuando llegó la hora de dejar por escrito el Evangelio, la tarea no se hizo mecánicamente, como si se tratase meramente de fijar unos recuerdos evocados con objetiva neutralidad, sino que cada uno de los narradores re-sonó con éste o aquel aspecto de la prédica -inapresable en uno, dos, cuatro o mil libros- de Jesús.
Por eso, no sólo esta cuestión de los valores dice algo del sentido de la parábola, sino que también es relevante el contexto en el que cada uno de los dos evangelios la ha contado. El encadenamiento de esta parábola con las narraciones que la rodean forma un fragmento de predicación concreta, responde a un conjunto de expectativas que pudo haber tenido la comunidad de destinatarios originales... y que podemos tener nosotros. Como ejemplo de lectura me concentraré en el contexto de San Mateo (aunque puede hacerse el mismo trabajo con la versión de San Lucas):
Ocupa un fragmento del capítulo 25, los versículos 14 al 30, viene precedida de la "parábola de las vírgenes necias y las prudentes" (vv 1-13), y seguida del fragmento sobre el juicio final donde son reconocidos los que obraron el bien, aunque no hayan conocido al Señor (vv 31 al 46).
No parece que la "costura" entre un relato y otro sea muy sólida, al menos al modo como nosotros estructuramos los textos en la actualidad; sin embargo, quien haya leído un poco, no demasiado, apenas un poco de pensamiento rabínico (por ejemplo, fragmentos del Talmud) reconocerá enseguida esta manera de engarzar un texto al lado de otro basándose en similitudes circunstanciales, de una manera que podríamos llamar "pensamiento por contigüidad", muy apegado a lo que es el estilo oral. Uno casi puede imaginar cuál es el proceso mental que de un texto evoca otro:
"El reino de los cielos es semejante a diez vírgenes [...] velad porque no sabéis ni el día ni la hora. (Y hablando del momento final) también se parece a un hombre [...]  Allí será el llanto y el rechinar de dientes. (Y ya que mencionamos el juicio) Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria [...]"
Este modo de ligar relatos permite, al menos en teoría, contarlos en infinidad de contextos, y en combinaciones de lo más variadas: basta que haya alguna palabra, tema, pregunta, preocupación, que sirva para estructurarlos en el momento.
Ahora bien, siendo la unión débil y circunstancial, es sin embargo altamente significativa; es decir: precisamente porque no hay ninguna razón literaria para poner juntos a la parábola de los talentos, a la de las vírgenes y al fragmento del juicio, el hecho de que ser relacionen entre sí contiene una intencionalidad que puede ser relacionada con las razones de la predicación, alma del sentido en los evangelios.
Sin necesidad de desarrollarlo aquí, recordemos las líneas fundamentales de la estructura de San Mateo, para entender el lugar que ocupa esta parábola:
El evangelio está repartido en siete bloques:
1 prólogo (Evangelio de infancia) - Caps 1-3
1 epílogo (Evangelio de Pasión) - Caps 26-28
5 "discursos" en torno al "Reino" que evocan la idea de un nuevo "Pentateuco": caps 4-7; 8-10; 11-13; 14-18; 19-25: el Evangelio como nueva ley del nuevo pueblo de Dios. Cada uno de esos "discursos" se compone de "hechos" -acciones de Jesús o de los discípulos- y de "palabras" que desarrollan el sentido profundo de esos hechos, generalmente incluso puede diferenciarse muy bien entre el bloque de hechos y el de palabras, aunque no en este 5º discurso que nos ocupa, donde están más entrelazados.
El capítulo 25 forma parte de las "palabras" del último discurso. Todo el discurso tiene como tema general la "consumación del Reino": a través de algunos hechos (invectivas contra los fariseos, entrada mesiánica -Ramos-, expulsión de los vendedores, etc...) y de algunas enseñanzas (indisolubilidad escatológica del matrimonio, parábola de los obreros de la última hora, parábola del banquete de bodas, y otros -entre ellos el cap 25-) Jesús termina de romper con la "lógica" de Israel: la lógica de la Ley, la lógica de la pureza, la lógica del mérito, la lógica de la proporción entre nuestro obrar y el de Dios, la lógica -en definitiva- de la religión concebida humanamente. No se trata de que esa concepción esté errada (por eso Jesús, en Mateo, insiste en que no viene a abolir sino a cumplir), sino que esa concepción humana de la religión, por querer "respetar" los "derechos de Dios", por querer poner de manifiesto lo más sagrado de Dios, termina ahogando el misterio de Dios, el misterio de gracia y de misericordia.
Cuidado, entonces, porque la lectura personalista que solemos hacer de esta parábola de los talentos, comparando nuestra vida personal a la del hombre al que se han dado n talentos, y debe negociar con ellos para hacerlos producir, no es la intención primera, la intención predicante; esa intención primera habla ante todo de los dones dejados a la Iglesia en el tiempo que durará la ausencia escatológica del Señor resucitado.
A diferencia de lo que hizo Israel con los dones que Dios le dejó, la Iglesia debe hacerlos rendir, no guardárselos, no "custodiarlos para que no se pierdan" (que es la actitud sacral-farisea por excelencia), sino invertirlos, ponerlos a negociar.
Si nos preguntamos, por ejemplo, si Jesús prefiere la iglesia-cambalache de los '70 o la iglesia-inmaculada de la reacción lefevbrista, aquí tenemos una posible respuesta: quizás puestos a negociar, los años '70 lo perdieron todo... pero lo intentaron, a diferencia de los otros, que no arriesgaron nada: escondieron el talento, diríamos con la parábola.
El término de comparación de la parábola es la actitud de Israel, el quietismo de la inamovible tradición, que termina resultando una traición a la fuerza arrolladora que Jesús quiere para el reino.
Por supuesto esta parábola se equilibra con la de las vírgenes, que establece cierto criterio de lo que puede ser llamado "necio" y lo que debe ser considerado "prudente": prudente es estar preparados para la venida del Novio, necio, por el contrario, perder de vista para qué se estaba en espera; así que ya tenemos otro aspecto de lo que puede considerarse una correcta negociación de los talentos: aquello que mantiene -e incluso aumenta- la tensión hacia la consumación del reinado de Jesús, eso es lo que podemos poner del lado de hacer crecer los talentos.
También esta parábola se equilibra con el fragmento del Juicio: cuál es el criterio de una Iglesia que haya realmente logrado consonar con la religión que quiere Jesús; y es muy claro: una Iglesia del servicio.
No se trata, entonces, de hablar de "hacer crecer los talentos" como si se tratara de una mera frase para adornar estampitas piadosas, sino de que esa acción tiene contenidos muy definidos:
-Tensión hacia la espera de Jesús.
-Servicio concreto a los hombres.
-Rechazo del inmovilismo pseudo-sagrado.

Este trabajo con los talentos es, primero que nada, una acción de la Iglesia: la parábola se dirige a la vida real de la Iglesia en el tiempo de la espera. Sólo en segundo término podemos aplicárnoslo cada uno a nuestra vida personal, y confrontar si nuestras acciones responden a una "negociación con los talentos" o más bien nos quedamos estancados y como inmóviles para evitar "meter la pata". Pero siempre teniendo en cuenta que el tema del que habla es el reino y el crecimiento del reino, se trate de las acciones de la Iglesia (primer sentido) o de nuestras acciones personales (segundo sentido).
Lo que nunca deberíamos hacer (¡ay! ¿no es tal vez la lectura que más hacemos?) es leer esta parábola como si volviera a introducir la lógica de la Ley, como si se nos hablara del mérito que nosotros tenemos que imprimir a nuestra vida para hacernos acreedores de la salvación. La parábola no habla de lo maravillosamente perfectos y triunfantes que tenemos que ser en todos los aspectos de nuestra vida, no habla de eficacia y rendimiento, sino del modo como la Iglesia y sus miembros se mueven en relación al Reino y a la espera del reinado concreto y efectivo de Jesús, donde vendrá a restañar las heridas, sanar nuestra humanamente incurable incapacidad, y repartir gracia a manos llenas, entrando a cada uno al "gozo de su Señor".
RECEMOS.



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