SAN AGUSTIN

¿Cómo aprender Humildad? ¡Sólo con humillaciones!
(Beata Teresa de Calcuta)

...Llenaos primero vosotros mismos; sólo así podréis dar a los demás. (San Agustín)

Dios no pretende de mí que tenga éxito. Sólo me exige que le sea fiel.
(Beata Teresa de Calcuta)

GOTA

... lo que hacemos es tan solo una gota en el mar, pero el mar sería menos si le faltara esa gota.
(Beata Teresa de Calcuta)

Contento, Señor, Contento (San Alberto Hurtado)

...y ESO ES LA SANTIDAD, DEJAR QUE EL SEÑOR ESCRIBA NUESTRA HISTORIA... (Papa Francisco)

«No ser, no querer ser; pisotear el yo, enterrarlo si posible fuera...».
(Santa Ángela de la Cruz)

Reconoce cristiano, tu dignidad, que el Hijo de Dios se vino del Cielo, por salvar tu alma. (San León Magno)

miércoles, 12 de junio de 2013

S.S EL PAPA FRANCISCO VISITA A LAS MISIONERAS DE LA CARIDAD EN EL VATICANO

21/Mayo/2013
VISITA DEL PAPA A LA CASA DE LAS MISIONERAS DE LA
CARIDAD
S.S.PAPA FRANCISCO RECIBIDO POR Sr. PREMA
(Superiora Gral de las Misioneras de la Caridad)


Texto íntegro del saludo del Papa:
Queridos hermanos y hermanas, buenas tardes.
Dirijo un afectuoso saludo a todos vosotros; de modo completamente
especial a vosotros, queridos huéspedes de esta Casa, ya que es sobre todo
vuestra, porque para vosotros ha sido pensada e instituida. Doy gracias a
cuantos, en diversos modos apoyan esta bella realidad del Vaticano. Mi
presencia esta tarde quiere ser sobre todo un gracias sincero a las Misioneras
de la Caridad, fundadas por la beata Teresa de Calcuta, que actúan aquí desde
hace 25 años, con numerosos voluntarios, en favor de tantas personas
necesitadas de ayuda. ¡Gracias de corazón!
Vosotras, queridas hermanas, junto a los Misioneros de la Caridad y los
colaboradores, hacéis visible el amor de la Iglesia por los pobres. Con vuestro
servicio cotidiano, sois --como dice un Salmo- la mano de Dios que sacia el
hambre de todo viviente (cfr. Sal 145,16). ¡En estos años, cuántas veces os
habéis inclinado sobre quien tiene necesidad, como el buen samaritano, le
habéis mirado a los ojos, le habéis dado la mano para levantarlo! ¿Cuántas
bocas habéis alimentado con paciencia y dedicación! ¡Cuántas heridas,
especialmente espirituales, habéis vendado! Hoy quisiera detenerme en tres
palabras que os son familiares: Casa, don y María.
1. Esta estructura, querida e inaugurada por el beato Juan Pablo II, --¡pero
esta es una cosa realizada entre los santos, entre beatos! Juan Pablo II, Teresa
de Calcuta; ¡es bello esto!- es una "casa". Y cuando decimos "casa"
entendemos un lugar de acogida, una morada, un ambiente humano donde
estar bien, reencontrarse a sí mismos, sentirse integrados en un territorio, en
una comunidad. Todavía más profundamente, "casa" es una palabra de sabor
típicamente familiar, que recuerda el calor, el afecto, el amor que se pueden
experimentar en una familia. La "casa" entonces representa la riqueza humana más valiosa,
 la del encuentro, la de las relaciones entre las personas, diversas
por edad, por cultura y por historia, pero que viven juntas y que juntas se
ayudan a crecer. Precisamente por esto, la "casa" es un lugar decisivo en la
vida, donde la vida crece y se puede realizar, porque es un lugar en el que cada
persona aprende a recibir amor y a donar amor. Esta es la "casa". ¡Y esto trata
de ser desde hace 25 años también esta casa! En el límite entre el Vaticano e
Italia, es un fuerte reclamo a todos nosotros, a la Iglesia, a la Ciudad de Roma
a ser siempre más familia, "casa" en la que se están abiertos a la acogida, a la
atención, a la fraternidad.
2. Hay después una segunda palabra muy importante la palabra 'don' que
califica esta casa y define su identidad típica. Es una casa, de hecho se
caracteriza por el don y por el don recíproco.
¿Qué quiero decir? Que esta casa dona acogida, apoyo material y espiritual
a ustedes queridos huéspedes, provenientes de diversas partes del mundo.
Pero también ustedes son un don para esta casa y para la Iglesia. Ustedes
nos indican que amar a Dios y al prójimo no es algo abstracto, sino
profundamente concreto: quiere decir ver en cada persona el rostro del Señor
que debemos servir y servirlo concretamente.
Y ustedes son -queridos hermanos y hermanas- el rostro de Jesús. ¡Gracias!
Ustedes 'donan' la posibilidad a cuantos trabajan en este lugar, de servir a
Jesús en quien se encuentra en dificultad, en quien tiene necesidad de ayuda.
Esta casa entonces es una luminosa transparencia de la caridad de Dios, que
es un Padre bueno y misericordioso hacia todos.
Aquí se vive una hospitalidad abierta sin distinción de nacionalidad o de
religión, según enseñanza de Jesús: "Gratuitamente han recibido
gratuitamente den". (Mt 10,8).
Debemos recuperar todos el sentido directo del don, de la gratuidad, de la
solidaridad. Un capitalismo salvaje ha enseñado la lógica del provecho a
cualquier costo, del dar para obtener, del explotar sin mirar a las personas... ¡Y
los resultados los vemos en la crisis que estamos viviendo!
Esta casa es un lugar que educa a la caridad, una escuela de caridad, que
enseña a estar cerca de cada persona, no por provecho sino por amor. La
música -digámoslo así- de esta casa es el amor, y esto es bello y me gusta queseminaristas todo el mundo vengan aquí para hacer una experiencia directa del
servicio. Los futuros sacerdotes pueden así vivir en modo concreto un aspecto
esencial de la misión de la Iglesia y hacer tesoro para su ministerio pastoral.
3. para finalizar, una última característica de esta casa: esta se califica como
un 'don de María'. La Virgen Santa ha hecho de su existencia un incesante
precioso don a Dios, porque amaba al Señor. María es un ejemplo y un
estímulo para quienes viven en esta casa, y para todos nosotros, para vivir la
caridad hacia el prójimo, no por una especie de deber social, sino partiendo
del amor de Dios, de la caridad de Dios.
Y también -como hemos sentido en las palabras que nos dijo la madre
María es aquella que nos lleva Jesús y nos enseña cómo ir hacia Jesús. Y la
madre de Jesús es nuestra y hace familia con nosotros y con Jesús. Para
nosotros cristianos, el amor al prójimo nace del amor de Dios y es la más
importante y la más límpida expresión.
Aquí se busca amar al prójimo pero también dejarse amar por el prójimo.
Estas dos actitudes caminan juntas, no puede existir una si no está también la
otra. En el papel membrete de las misioneras de la caridad están impresas
estas palabras de Jesús: "Todo aquello que habéis hecho a uno de estos mis
hermanos más pequeños, lo habéis hecho a mi". (Mt 25,40). Amar a Dios
en los hermanos es amar a los hermanos en Dios.
Queridos amigos gracias nuevamente a cada uno de ustedes. Rezo para que
esta casa continúe a ser un lugar de acogida, de don, de caridad en el corazón
de nuestra ciudad de Roma. La Virgen María les cuide a ustedes y les
acompañe mi bendición.
Gracias
Papa Francisco

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