La Madre Teresa habla sobre el sacerdocio
¿QUÉ RELACION TIENE EL SACERDOTE EN SU VIDA DIARIA, EN SU MINISTERIO,
CON LAS TRES PERSONAS DIVINAS?
Madre Teresa: Leemos en la Escritura que, tanto amó Dios al mundo que envió su Palabra. Y la Palabra se hizo carne, y viene y habita entre nosotros y con nosotros. Por esto, el sacerdote hoy es enviado a su vez, para ser -hoy- ese amor vivo, ese amor de Dios al mundo. Así, el sacerdote es la prueba, el signo, el amanecer del amor de Dios al mundo, la llama ardiente, la esperanza de la felicidad eterna. Para que el sacerdote pueda estar completamente a disposición del Padre, tiene que ser completamente UNO con el Hijo, de modo que dentro de sí pueda ser emitido el Espíritu Santo: en su vida, en sus actitudes, en sus obras. Porque hoy Dios ama al mundo a través de cada sacerdote, y éste ocupa el lugar de Cristo, él es otro Cristo.
¿QUE ES LA EUCARISTIA PARA EL SACERDOTE?
MT: Cristo se hizo Pan de Vida para satisfacer nuestra hambre de su Amor, y se hace el hambriento para que nosotros podamos satisfacer su hambre de nuestro amor. Por eso, ¡qué limpio debe ser el corazón del sacerdote para ser capaz de celebrar la Eucaristía (puesto que de la abundancia del corazón habla la boca), para ser capaz de pronunciar esas palabras: "esto es mi Cuerpo", y convertir el pan en Cristo Vivo! ¡Qué limpias deben ser las manos del sacerdote, para que sean las mismísimas Manos de Cristo!, y para que por la Sangre preciosa de Cristo puedan decir : "tus pecados te son perdonados". El pecador llega ante el sacerdote cubierto de pecado, y por esta acción sacerdotal se va del confesionario un pecador sin pecado. ¡Cuán completamente ha de ser UNO con Jesús, para permitirle a Jesús usarle en su lugar, en su nombre, para decir sus palabras, hacer sus acciones, quitar los pecados y convertir el pan corriente en el Pan Vivo, su propio Cuerpo y Sangre. Solo en el silencio de su Corazón es capaz de decir esas palabras: "yo te absuelvo" y "esto es mi Cuerpo".
¿QUÉ ES LA ORACION PARA EL SACERDOTE?
MT: ¡la fidelidad a la oración! Para ser capaz de orar, el sacerdote debe saber lo que es el silencio, porque es en el silencio del corazón donde habla Dios. La oración es también una escucha. Es muy importante para el sacerdote aprender a orar; esa era una de las cosas que Jesús intentó enseñar a sus discípulos. La oración del sacerdote es permitir que Jesús ore en él y a través de él. Par tanto, él debe ser tan transparente, debe estar tan completamente a su disposición, que Cristo verdaderamente pueda vivir su ser UNO con el Padre en él, usándole para proclamar la gloria de su Padre. La oración es el fruto de la vida del sacerdote, y por esto un sacerdote que no rece no puede continuar, no puede permanecer cerca de Cristo. Jamás podrá ser colaborador de Cristo. El fruto de la oración es siempre un crecimiento en la fe, y a menos que el sacerdote tenga esa fe profunda, la oración siempre será muy difícil para él. El fruto de la fe siempre es el amor, y si el sacerdote no ama ¿coma enseñará a los demás a amar? Y el fruto del amor es siempre servir. Servir coma dice Jesús: "Yo estoy entre vosotros como el que sirve". Y el sacerdote es el que está entre los suyos como su siervo.
¿QUE RELACION HAY ENTRE EL CRISTO DE LA EUCARISTIA QUE DICE "ESTO ES MI CUERPO", Y EL CRISTO-EN-LOS-POBRES CUANDO DICE: "A MÍ ME LO HACEIS"?
MT: Cuando San Pablo iba Camino de Damasco persiguiendo a los cristianos, fue derribado y oyó una voz que decía: "Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Pablo pregunto: "¿quien eres tú, Señor?" Recibió una respuesta muy clara: "Yo Soy Jesús a quien tú persigues". No mencionó a los cristianos de Damasco. Y lo mismo cuando dice: "Lo que hagáis al más pequeño mis hermanos, a mí me lo hacéis; si en mi nombre recibís a un niño, a mí me recibís". Y Él ha convertido esto en condición. A la hora de nuestra muerte seremos juzgados por lo que hayamos sido, y por lo que les hayamos hecho. Él se hace el hambriento, el desnudo, el desalojado, el enfermo, el marginado, el rechazado. Cuando dice: "tuve hambre y me diste de comer". No solo hambre de pan, sino hambre de amor; yo estuve desnudo, no sólo de ropa, sino de esa dignidad humana de todo hijo de Dios; yo estuve abandonado... no sólo de una casa hecha de ladrillos, sino que estuve abandonado, rechazado, olvidado, y tomado por un deshecho de la sociedad, y a Mí me lo hicisteis. Esa es la presencia de Jesús en la Eucaristía, Pan de Vida, para satisfacer nuestra hambre de Dios, porque todos hemos sido creados para amar y ser amados, y sin embargo esto no fue suficiente para Él, y por ello Él se hizo el hambriento, se hizo el desnudo, el desalojado, para que así nosotros por nuestro amor podamos satisfacer su hambre de nuestro amor. Está muy claro lo que Jesús quería decir, porque ¿cómo no vamos a poder amar a Dios si todos hemos sido creados para amar? Todos queremos amar a Dios, pero ¿cómo? ¿Dónde está Dios? Dios está en todas partes, y así nos da la oportunidad de hacer a los demás lo que nos gustaría hacerle a Él. Expresando nuestro amor a Él en una acción de vida y por ello toda vocación sacerdotal no es sólo hacer esto o lo otro. El sacerdote ha sido creado para pertenecer totalmente a Dios: cuerpo, alma, mente, corazón, cada fibra de su cuerpo, cada fibra de su alma a Dios, porque le ha llamado por su nombre. El sacerdote es muy querido por Dios. El sacerdote es muy tiernamente amado por Dios, por Jesús, que le ha elegido para ser su otro yo. Por lo tanto, la tarea que se le encomienda al sacerdote es solamente transparentar en su vida la ternura del amor de Dios. Y por eso todo lo que él hace es sagrado. Así, todo lo que él hace no solo debe conducirle a Dios, sino que también habrá de llevar almas a Dios. Por esto dijo Jesús: "que vean vuestras buenas obras para que den Gloria a vuestro Padre".
¿QUÉ ES LA POBREZA, LA CASTIDAD Y LA OBEDIENCIA PARA EL SACERDOTE?
MT: Amar a Cristo con corazón indiviso por la castidad. La castidad no es sólo no casarse, no tener familia. La castidad es ese corazón indiviso, con nadie, con nada. Para esto necesitamos la libertad de la pobreza, todos hemos de ser capaces de experimentar la alegría de esa pobreza. No teniendo nada, no teniendo a nadie, podemos amar a Cristo con corazón indiviso; y si realmente comprendemos que pertenecemos a Jesús, que nos ha llamado por nuestro nombre, entonces la obediencia es la consecuencia lógica. Significa rendirse de tal forma, entregarse tanto que Él pueda hacer con nosotros lo que quiera, cuando quiera, como quiera. Puede cortarnos a pedacitos y cada pedazo será solamente Suyo.
Le pertenecemos tan completamente que puede usarnos sin consultarnos. Para amar a Cristo con corazón indiviso en castidad, necesitamos esa total ofrenda sumisa de nosotros mismos. Y nuestro servir, con todo el corazón, cualquier tarea que se nos haya encomendado por obediencia, es fruto de la castidad, fruto de ese amor indiviso a Cristo; por esto, para el sacerdote, que ha hecho de sí mismo esa oblación total a Dios, que es completamente libre, libre para Cristo con amor indiviso por la castidad, la labor que desarrolla es el signo total de su amor a Cristo puesto en obra. Así, estas cuatro cosas juntas constituyen esa castidad, ese pertenecer (castidad), esa libertad (pobreza), ese rendirse (obediencia), y ese servir (servir a los más pobres con todo el corazón solo por amor a Dios); capaz de decir: "esto es mi Cuerpo, esta es mi Sangre. ...tus pecados te son perdonados", puesto que la Sangre preciosa de Cristo está en sus manos. Es capaz de dar el Pan y el Vino a todos los que tienen hambre de ello. ¡Que casta debe ser su castidad, que pura debe ser su pureza, que virgen debe ser su virginidad para ser capaz de amar a Cristo con amor indiviso, por la libertad de la pobreza, en total entrega por la obediencia y en servicio a todos de corazón, sólo por amor a Dios!
¿QUÉ ES LA SANTIDAD? ¿CÓMO HA DE SER SANTO EL SACERDOTE?
MT: La santidad es simplemente un deber para todos. Todos hemos sido creados para lo más grande, para amar y ser amados. La santidad no es un lujo de unos pocos sino simplemente un deber de todos.
"Sed santos como el Padre es santo..." sólo compara esa santidad consigo mismo. Y la santidad no debe ser algo especial para un sacerdote sino por el contrario un deber, al estar tan íntimamente unido a Jesús. Es un sencillo deber. ¡Qué santas deben ser sus palabras, qué santo su trato, si es que ha de ser ese sacrificio vivo sobre el altar! Esa santidad viva será la que permita a Cristo vivir su vida en él. La santidad para el sacerdote es ser completamente UNO con Cristo, de forma que pueda vivir su vida en él, orar en él, obrar con él, ser uno con el Padre en él: esa es su santidad. Y para ello es hermoso ver que la única comparación, el único que le supera en santidad es Jesús mismo. Ha de ser tan completamente uno con Él, que Cristo realmente pueda venir a él para vivir totalmente en su vida y así el Padre pueda amar hoy al mundo en él.
¿QUIÉN ES NUESTRA SEÑORA PARA EL SACERDOTE?
MT: Nuestra Señora es la Madre. Ella fue, Ella es, y Ella siempre será la Madre de Jesús. Como dijo Jesús: ¿quién es mi madre? Mi madre es la persona que hace Mi voluntad, que hace todo lo que le agrada al Padre; y nadie puede agradar al Padre más que el sacerdote. Por eso, Ella es la que está más cerca del sacerdote. Nadie pudo haber sido mejor sacerdote que Nuestra Señora, porque Ella es la que desde que tuvo a su Hijo en brazos pudo decir: "esto es mi cuerpo", ya que Jesús era de su mismo cuerpo. Y sin embargo, permaneció siempre como la esclava del Señor, para que vosotros y yo podamos siempre volvernos hacia Ella como Madre nuestra. Ella es de nuestro linaje, por eso siempre podemos recurrir a Ella, volver nuestra mirada hacia Ella. Esta fue la razón por la que Ella se quedó más tiempo en la tierra, para establecer la Iglesia, para fortalecer el sacerdocio de los Apóstoles, para ser una Madre para ellos, hasta que la Iglesia naciente fuera formada. Estaba allí, pues así como ayudó a crecer a Jesús también ayudó a la Iglesia a crecer al principio. Para esto nos la dejaron en la tierra mas años, tras la marcha de Jesús, al cielo, para que ayudara a formar la Iglesia. Ella fue la que forma la Iglesia. Ella, de igual modo, es la que forma a cada sacerdote, y por tanto nadie puede reclamar más a Nuestra Señora, como algo suyo, que el sacerdote, y me imagino que Ella debe tener un amor muy tierno y debe otorgar una protección especial para cada sacerdote. Basta que se vuelva hacia Ella. Pero para poder ser un verdadero sacerdote según el Corazón de Jesús, necesitamos mucha oración y penitencia. El sacerdote necesita unir su propio sacrificio al sacrificio de Cristo. Ello si realmente quiere ser totalmente UNO con Cristo Jesús en el altar. Por eso su vida de sacrificio y penitencia debe ser muy radical, pues como dice San Pablo "completo en mí, lo que falta a la Pasión de Cristo".
¿CÓMO HA DE SER LA VIDA DEL SACERDOTE QUE ASPIRA A SER CONTEMPLATIVO EN TODO SU MINISTERIO, EN SU QUEHACER DE CADA DIA?
MT: Yo haría la siguiente reflexión: Si verdaderamente creo que todas mis acciones son mi amor a Cristo en acción...; Si creo que dando de comer a alguien o consolando a un desolado, o ayudando a alguien terriblemente resentido y herido, esa persona es Cristo bajo el desgarrador disfraz de los más pobres de los pobres...; Si ayudo a esa persona, si lleno su vida de paz, si le consuelo y le ayudo a perdonar sus pecados, apartando de él su angustia...; En ese identificar al que sufre con Cristo y amarle en él, esta es la verdadera vida del sacerdote. Fidelidad a las cosas pequeñas con mucho amor..., sin fijarnos tanto en cuánto hacemos. La fidelidad a la primera oración de la mañana, su modo de ofrecerse unido a todas las misas que se ofrecen: "te ofrezco mi corazón, hazlo manso y humilde como el Tuyo", esa primera oración por la mañana y a lo largo de todo el día. Haga lo que haga, mis pensamientos, palabras y obras, que sean verdadera acción sacerdotal: "que sean parte de Tus obras, trabaja a través de mí, piensa con mis pensamientos, mira con mis ojos, trabaja con mis manos". Si verdaderamente permito que Jesús obre a través de mí, usándome sin consultarme, entonces soy verdaderamente contemplativo. Seré contemplativo las 24 horas del día en el corazón del mundo. Por eso digo siempre que nosotros los Misioneros / as de la Caridad, que siempre estamos atareados con los hambrientos, los desnudos, los enfermos, los desalojados, haciendo ese sencillo trabajo, con esa profunda convicción de que se lo estoy haciendo a Jesús, si aprendo a hacer de mi trabajo oración, si lo hago con Jesús, si lo hago por Jesús, si se lo hago a Jesús, entonces estoy mi trabajo es oración, soy entonces realmente un contemplativo las 24 horas. Porque ¿qué es un contemplativo? Es la persona que ha dejado hacerse tan completamente UNO con Jesús, que vive las 24 horas con Él. No sólo en sentimiento sino en la realidad profunda y viva de su presencia. El sacerdote debe aprender a hacer de su trabajo oración. Nadie podría aprenderlo mejor que el sacerdote; si lo hace todo con Jesús, si lo hace todo por Jesús.. si se lo hace todo a Jesús; Entonces está con Él las 24 horas. Por eso nuestra vocación de Misioneros / as de la Caridad es tan maravillosa. No somos asistentes sociales, aunque demos asistencia social. Somos verdaderos contemplativos en lo hondo de nuestro ser. Por esto necesitamos un corazón muy puro, necesitamos manos muy limpias para tocarle, un corazón muy puro para amarle, una voz muy limpia para hablarle, una mente muy limpia para pensar sus pensamientos y si hacemos todo esto con Él, por Él, en Él y a Él, entonces estamos realmente las 24 horas en Su presencia, amándole, tocándole, sirviéndole y estando todo el tiempo con Él. Como dijo uno de nuestros ministros de bienestar social en Delhi: "Vosotros y nosotros estamos desarrollando una labor social, pero hay una gran diferencia: nosotros lo hacemos por algo, vosotros se los hacéis a Alguien". Hay gran diferencia en hacerlo por algo (sueldo, gloria, fama, etc.) y vosotros, que se lo hacéis a Alguien. Y ese Alguien es Jesús".
¿QUIÉN ES JESUS?
MT: Jesús es el Camino, el Hijo de Dios, Jesús es Dios de Dios, es el camino al Padre, es la Verdad para ser dicha, la Luz para ser encendida, la Alegría para ser compartida, el Amor para ser amado, la Paz para ser comunicada. Él es todo Amor, el Unigénito del Padre, es el Pan de Vida para ser comido, la Sangre para ser derramada en remisión de los pecados, Jesús es Todo en todos, es el Hijo de María, es el que fue crucificado por amor a nosotros. Para que pudiéramos vivir murió, y sigue viviendo para que podamos amar. Es el Pan de Vida que comemos para darnos así la Vida, para que vivamos su vida en toda su plenitud. Siendo Dios de Dios, es eterno, es el que vive, es todo Amor, es el Dios verdadero. Es el Sacerdote Eterno. Y los sacerdotes que Él ha escogido para ser suyos también deben ser con El UNO con el Padre. Para que nada les pueda separar del Amor de Cristo. Nada ni nadie.
¿QUE LE DIRÍA USTED A LOS SEMINARISTAS QUE SE ACERCAN A LA ORDENACIÓN?
MT: Poned vuestra mano en la mano de María y pedidle que os guíe a Jesús; Cuando Jesús entró en su vida, Ella se fue presurosa a llevar a Jesús a los demás. Así vosotros también, id como Ella, presurosos para darle a los demás. Pero recordad que no podéis dar lo que no tenéis, y para ser capaces de dar necesitáis vivir esa unidad (ser totalmente uno) con Cristo, y Él está ahí en el Sagrario. Marcaos claramente como meta ponerle a Él en el centro de vuestra vida, nada más levantaros, durante el día, haced del trabajo oración, hacedlo con Él, por Él y a Él. Permaneced siempre junto a María, pedidle que os dé su corazón tan precioso, tan puro, tan inmaculado, su corazón tan lleno de Amor y humildad, para que seáis capaces de recibir a Jesús, de dar a Jesús a los demás en el Pan de Vida. Amad a Jesús como Ella le amó, y servidle bajo la desgarradora apariencia, el terrible disfraz de los más pobres de los pobres. Para ser capaces de hacer esto ¡qué limpias deben estar vuestras manos, para darle a Jesús a los demás! ¡Qué limpios vuestros labios y vuestro corazón para convertir el pan en Pan Vivo, en Jesús! ¡Qué puro habrá de ser vuestro corazón para purificar otros corazones lavándolos con la preciosa Sangre de Jesús. Mi oración por vosotros es que crezcáis -alcancéis- esa semejanza con Cristo por la transparencia y pureza de vuestra vida y la humildad de corazón. Rezad también por nosotras para que crezcamos en santidad, de modo que la gente cuando nos vea, sólo vea a Jesús en nosotras.
Dios os bendiga.
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