Lectura Patrística
Somos
cristianos y somos obispos
San Agustín
San Agustín
Sermón
sobre los pastores 46,1-2
No acabáis de aprender ahora precisamente que toda
nuestra esperanza radica en Cristo y que él es toda nuestra verdadera y
saludable gloria, pues pertenecéis a la grey de aquel que dirige y apacienta a
Israel. Pero, ya que hay pastores a quienes les gusta que les llamen pastores,
pero que no quieren cumplir con su oficio, tratemos de examinar lo que se les
dice por medio del profeta. Vosotros escuchad con atención, y nosotros
escuchemos con temor.
Me vino esta palabra del Señor: «Hijo de Adán,
profetiza contra los pastores de Israel, profetiza diciéndoles». Acabamos de escuchar esta lectura; ahora podemos
comentarla con vosotros. El Señor nos ayudará a decir cosas que sean
verdaderas, en vez de decir cosas que sólo sean nuestras. Pues, si sólo
dijésemos las nuestras, seríamos pastores que nos estaríamos apacentando a
nosotros mismos, y no a las ovejas; en cambio, si lo que decimos es suyo, él es
quien os apacienta, sea por medio de quien sea. Esto dice el Señor:
«¡Ay de los pastores de Israel que se apacientan a sí mismos! ¿No son las
ovejas lo que tienen que apacentar los pastores?» Es decir, que no
tienen que apacentarse a sí mismos, sino a las ovejas. Ésta es la primera
acusación dirigida contra estos pastores, la de que se apacientan a sí mismos
en vez de apacentar a las ovejas. ¿Y quiénes son ésos que se apacientan a sí
mismos? Los mismos de los que dice el Apóstol: Todos sin excepción
buscan su interés, no el de Jesucristo.
Por nuestra parte, nosotros que nos encontramos en
este ministerio, del que tendremos que rendir una peligrosa cuenta, y en el que
nos puso el Señor según su dignación y no según nuestros méritos, hemos de
distinguir claramente dos cosas completamente distintas: la primera, que somos
cristianos, y, la segunda, que somos obispos. Lo de ser cristianos es por
nuestro propio bien; lo de ser obispos, por el vuestro. En el hecho de ser
cristianos, se ha de mirar a nuestra utilidad; en el hecho de ser obispos, la
vuestra únicamente.
Son
muchos los cristianos que no son obispos y llegan a Dios quizás por un camino
más fácil y moviéndose con tanta mayor agilidad, cuanto que llevan a la espalda
un peso menor. Nosotros, en cambio, además de ser cristianos, por lo que
habremos de rendir a Dios cuentas de nuestra vida, somos también obispos, por
lo que habremos de dar cuenta a Dios del cumplimiento de nuestro ministerio.
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