Se requieren aptitudes y conocimientos en las siguientes áreas: psicología, sociología, economía, filosofía, organización, logística… y se valorará especialmente la capacidad para la supervivencia. Serán entrenados durante un mínimo de seis años, tras los cuales emprenderán, en solitario, su misión.
Serán llevados a tierras, con frecuencia, hostiles. La mayoría de las veces estarán solos, no habrá compañeros de misión en muchos kilómetros. Con suerte, encontrarán personas dispuestas a ayudarles y colaborar con ustedes, pero no se hagan ilusiones; si las hay, serán pocas y de avanzada edad. Es fácil que su presencia en los destinos a los que se les envíe levante recelos entre los habitantes del lugar. Serán muy observados por ellos, y con frecuencia criticados. Sin embargo, trabajarán sirviéndoles en todo momento. Es vital para el éxito de su misión que puedan acercarse al mayor número de dichos habitantes, y ganarse su confianza.
Trabajarán con frecuencia en situaciones precarias, sin medios económicos. No podemos garantizarles la vivienda. Si le ofrecen alguna en su destino, es muy probable que la misma tenga grandes deficiencias, y que requiera urgentes reformas.
Hay uniforme, no obligatorio, pero sí altamente recomendado. Advertimos de que su uso puede ocasionar insultos, escupitajos, etc. No obstante insistimos: su uso es importante.
Lo más probable es que no haya nadie que les dé la enhorabuena cuando desarrollen bien su labor. Sus logros quedarán en el más absoluto silencio y anonimato. Mas si se equivocan, sus tropiezos serán magnificados hasta extremos difícilmente imaginables.
Cuando tengan encauzada la situación en su destino y lleguen a ser apreciados por las personas que allí haya, les enviaremos a un nuevo sitio donde empezarán desde cero. No se podrán acomodar en ningún lugar, no podrán echar raíces, ni llamar hogar a ninguna tierra.
Por supuesto, no pueden casarse ni formar una familia. La misión a desarrollar exige total disponibilidad. No hay horario establecido; ejercen su labor durante las veinticuatro horas del día, siete días a la semana. Han de estar siempre disponibles.
El salario establecido será poco superior al mínimo interprofesional. Además, el valor de los bienes materiales que puedan llegar a adquirir, influyen de forma inversamente proporcional a la posibilidad de éxito de su misión.
No hay tampoco edad para la jubilación. Ejercerán su misión hasta el final de sus días, y en su vejez no tendrán asegurada una vivienda digna, ni cuidados ante eventuales enfermedades.
Puede que no parezca atractivo. No obstante, sin son llamados, no encontrarán la felicidad de ninguna otra forma. Tendrán una vida plena, y siempre, siempre, serán sostenidos por Aquel que les llamó. Son millones los que, a lo largo de la historia, aceptaron este reto antes que ustedes. La inmensa mayoría, los que permanecieron fieles a su misión, no habrían cambio sus vidas por nada del mundo. ¿Tendrán ustedes suficiente valor para aceptar esta llamada?
Por cierto, se les llamará sacerdotes. O más comúnmente, curas. Yo al menos, rezaré por ustedes. Les aseguro que no seré el único.
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