Cómo encontrar sabiduría
Pr 3,1-20
Hijo mío, no olvides mis instrucciones, guarda en el corazón mis preceptos, porque te traerán largos días, vida y prosperidad; no abandones la bondad y la lealtad, cuélgatelas al cuello, escríbelas en la tabla del corazón: alcanzarás favor y aceptación ante Dios y ante los hombres.
Confía en el Señor con toda el alma, no te fíes de tu propia inteligencia; en todos tus caminos piensa en él, y él allanará tus sendas; no te tengas por sabio, teme al Señor y evita el mal: y será salud de tu carne y jugo de tus huesos.
Honra a Dios con tus riquezas, con la primicia de todas tus ganancias; y tus graneros se colmarán de grano, tus lagares rebosarán de mosto.
Hijo mío, no rechaces el castigo del Señor, no te enfades por su reprensión, porque el Señor reprende a los que ama, como un padre al hijo preferido.
Dichoso el que encuentra sabiduría, el que alcanza inteligencia: adquirirla vale más que la plata, y su renta más que el oro; es más valiosa que las perlas, ni se le comparan las joyas; en la diestra trae largos años y en la izquierda honor y riquezas; sus caminos son deleitosos, y sus sendas son prósperas; es árbol de vida para los que la cogen, son dichosos los que la retienen.
El Señor cimentó la tierra con sabiduría y afirmó el cielo con inteligencia; con su saber se abren los veneros y las nubes destilan rocío.
R/. No rechaces el castigo del Señor, no te enfades por su reprensión, porque el Señor reprende a los que ama, como un padre al hijo preferido.
V/. Dios os trata como a hijos, pues, ¿qué padre no corrige a sus hijos?
R/. Porque el Señor reprende a los que ama, como un padre al hijo preferido.
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