El Dios uno y trino,
misterio de amor,
habita en los cielos
y en mi corazón.
Dios escondido en el misterio,
como la luz que apaga estrellas;
Dios que te ocultas a los sabios,
y a los pequeños te revelas.
No es soledad, es compañía.
es un hogar tu vida eterna,
es el amor que se desborda
de un mar inmenso sin riberas.
Padre de todos, siempre joven,
al Hijo amado eterno que engendras,
y el Santo Espíritu procede
como el Amor que a los dos sella.
Padre, en tu gracia y tu ternura,
la paz, el gozo y la belleza,
danos ser hijos en el Hijo
y hermanos todos en tu Iglesia.
Al Padre, al Hijo y al Espíritu,
acorde melodía eterna,
honor y gloria por los siglos
canten los cielos y la tierra.
misterio de amor,
habita en los cielos
y en mi corazón.
Dios escondido en el misterio,
como la luz que apaga estrellas;
Dios que te ocultas a los sabios,
y a los pequeños te revelas.
No es soledad, es compañía.
es un hogar tu vida eterna,
es el amor que se desborda
de un mar inmenso sin riberas.
Padre de todos, siempre joven,
al Hijo amado eterno que engendras,
y el Santo Espíritu procede
como el Amor que a los dos sella.
Padre, en tu gracia y tu ternura,
la paz, el gozo y la belleza,
danos ser hijos en el Hijo
y hermanos todos en tu Iglesia.
Al Padre, al Hijo y al Espíritu,
acorde melodía eterna,
honor y gloria por los siglos
canten los cielos y la tierra.
Luz,
resplandor y gracia en la Trinidad y por la Trinidad
San Atanasio, obispo
San Atanasio, obispo
Carta 1 a Serapión 28-30
Siempre resultará provechoso esforzarse en profundizar
el
contenido de la antigua tradición, de la doctrina y la fe
de la Iglesia
católica, tal como el Señor nos la entregó,
tal como la predicaron los
apóstoles y la conservaron
los santos Padres.
En ella, efectivamente, está
fundamentada la Iglesia,
de manera que todo aquel que se aparta de esta fe
deja
de ser cristiano y ya no merece el nombre de tal.
Existe, pues, una Trinidad, santa y perfecta, de la
cual
se afirma que es Dios en el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo,
que no
tiene mezclado ningún elemento extraño o externo,
que no se compone de uno que
crea y de otro que es creado,
sino que toda ella es creadora, es consistente
por naturaleza,
y su actividad es única.
El Padre hace todas las cosas a través
del que es su Palabra,
en el Espíritu Santo. De esta manera, queda a salvo la
unidad
de la santa Trinidad. Así, en la Iglesia se predica un
solo Dios, que
lo trasciende todo, y lo penetra todo, y lo
invade todo.
Lo trasciende todo, en
cuanto Padre, principio y
fuente; lo penetra todo, por su
Palabra; lo invade todo,
en el Espíritu Santo.
San Pablo, hablando a los corintios acerca de los
dones del Espíritu, lo reduce todo al único Dios Padre,
como al origen de todo:
Hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu;
hay
diversidad de ministerios, pero un mismo Señor;
y hay diversidad de funciones,
pero un mismo Dios
que obra todo en todos.
El Padre es quien da, por mediación de aquel que es su
Palabra, lo que el Espíritu distribuye a cada uno.
Porque todo lo que es del
Padre es también del Hijo;
por esto, todo lo que da el Hijo en el Espíritu es
realmente don del Padre.
De manera semejante, cuando el Espíritu está en
nosotros,
lo está también la Palabra, de quien recibimos el Espíritu,
y en la
Palabra está también el Padre, realizándose así
aquellas palabras: El
Padre y yo vendremos a él y
haremos morada en él. Porque, donde está
la luz,
allí está también el resplandor; y, donde está el resplandor,
allí está
también su eficiencia y su gracia esplendorosa.
Es lo que nos enseña el mismo Pablo en su segunda
carta
a los Corintios, cuando dice:
La gracia del Señor Jesucristo, el
amor de Dios y la comunión
del Espíritu Santo esté siempre con todos vosotros.
Porque
toda gracia o don que se nos da en la Trinidad se nos
da por el Padre, a través
del Hijo, en el Espíritu Santo.
Pues, así como la gracia se nos da por el
Padre, a través
del Hijo, así también no podemos recibir ningún don si no es
en
el Espíritu Santo, ya que, hechos partícipes del
mismo, poseemos el amor del
Padre, la gracia del Hijo
y la comunión de este Espíritu.
Andrea del Sarto : Debate sobre la Santísima Trinidad |
Llenos de alegría, adoremos y glorifiquemos al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo:
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo
- - Padre santo, a nosotros, que no sabemos pedir lo que nos conviene, dígnate darnos el Espíritu Santo,
para que venga en ayuda de nuestra debilidad e interceda por nosotros según tú. - Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo
- - Hijo de Dios, que pediste al Padre que diera a tu Iglesia el Defensor,
haz que el Espíritu de la verdad esté siempre con nosotros. - Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo
- - Ven, Espíritu Santo, y comunícanos tus frutos; el amor, la alegría, la paz, la comprensión, la servicialidad, la bondad,
la lealtad, la amabilidad, el dominio de sí, la sobriedad, la castidad. - Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo
- - Padre Todopoderoso, que enviaste a nuestros corazones el Espíritu de tu Hijo que clama "¡Abba, Padre!",
haz que nos dejemos llevar por el Espíritu, para que seamos herederos tuyos y coherederos con Cristo. - Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo
- - Cristo, que enviaste el Defensor, que procede del Padre, para que diera testimonio de ti,
haz que nosotros también demos testimonio de ti ante los hombres. - Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo
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