El
agua viva del Espíritu Santo Catequesis sobre el
Espíritu Santo
16 1,11-12,16
San Cirilo de Jerusalén
El agua que yo le daré se convertirá dentro de él en
un
surtidor de agua que salta hasta la vida eterna.
Una nueva clase de agua que corre y salta; pero que
salta
en los que son dignos de ella.
¿Por qué motivo se sirvió del término agua, para
denominar
la gracia del Espíritu?
Pues, porque el agua lo sostiene todo; porque
es imprescindible
para la hierba y los animales; porque el agua de la lluvia
desciende del cielo, y además, porque desciende siempre
de la misma forma y,
sin embargo, produce efectos diferentes:
Unos en las palmeras, otros en las
vides, todo en todas las cosas. De por sí el agua no tiene más que un único
modo de ser;
por eso, la lluvia no transforma su naturaleza propia para
descender en modos distintos, sino que se acomoda a las
exigencias de los seres
que la reciben y da a cada cosa
lo que le corresponde.
De la misma manera, también el Espíritu Santo, aunque
es
único, y con un solo modo de ser, e indivisible, reparte a
cada uno la
gracia según quiere. Y así como un tronco
seco que recibe agua germina, del
mismo modo el alma
pecadora que, por la penitencia, se hace digna del Espíritu
Santo, produce frutos de santidad. Y aunque no tenga más
que un solo e idéntico
modo de ser, el Espíritu, bajo el
impulso de Dios y en nombre de Cristo,
produce múltiples
efectos.
Se sirve de la lengua de unos para el carisma de la
sabiduría;
ilustra la mente de otros con el don de la profecía; a éste le
concede poder para expulsar los demonios; a aquél le otorga
el don de
interpretar las divinas Escrituras. Fortalece, en
unos, la templanza; en otros,
la misericordia; a éste
enseña a practicar el ayuno y la vida ascética; a
aquél, a
dominar las pasiones; al otro, le prepara para el martirio.
El
Espíritu se manifiesta, pues, distinto en cada uno,
pero nunca distinto de sí
mismo, según está escrito:
En cada uno se manifiesta el Espíritu para
el bien común.
Llega mansa y suavemente, se le experimenta como
finísima fragancia, su yugo no puede ser más ligero.
Fulgurantes rayos de luz y
de conocimiento anuncian
su venida. Se acerca con los sentimientos entrañables
de un auténtico protector: pues viene a salvar, a sanar,
a enseñar, a
aconsejar, a fortalecer, a consolar, a iluminar
el alma primero, de quien le
recibe; luego mediante éste,
las de los demás.
Y, así como quien antes se movía en tinieblas, al
contemplar y
recibir la luz del sol en sus ojos corporales, es capaz
de ver
claramente lo que poco antes no podía ver, de este
Çmodo, el que se ha hecho
digno del don del Espíritu
Santo, es iluminado en su alma y, elevado
sobrenaturalmente,
llega a percibir lo que antes ignoraba.
R/. Hay diversidad de funciones, pero un mismo
Dios que obra
todo en todos. En cada uno se manifiesta el Espíritu para el
bien
común. Aleluya.
V/. Vosotros sois el cuerpo de Cristo y cada
uno es un miembro.
R/. En
cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común.
Aleluya.
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