El Cardenal John Henry Newman vivió como un auténtico converso, buscando la verdad y la plena comunión con Cristo en la plenitud de la comunión con su Iglesia. Dedicó su vida a invitar a los hombres a la conversión. Hoy, bien puede ofrecernos su plegaria, para que la hagamos nuestra, pidiendo el don de nuestra propia conversión:
Amado Señor,
Ayúdame a esparcir tu fragancia donde quiera que vaya.
Inunda mi alma de Espíritu y vida.
Penetra y posee todo mi ser hasta tal punto
que toda mi vida solo sea una emanación de la tuya.
Brilla a través de mí, y mora en mí de tal manera
que todas las almas que entren en contacto conmigo
puedan sentir tu presencia en mi alma.
Haz que cuando me miren ya no me vean a mí
sino solamente a ti, oh Señor.
Quédate conmigo y entonces comenzaré
a brillar como brillas Tú;
a brillar para servir de luz a los demás a través de mí.
La luz, oh Señor, irradiará toda de Ti; no de mí;
serás Tú, quien ilumine a los demás a través de mí.
Permíteme, pues, alabarte de la manera que más te gusta,
brillando para quienes me rodean.
Haz que predique aun sin predicar,
no solo con palabras sino con mi ejemplo,
por la fuerza contagiosa, por la influencia de lo que hago,
por la evidente plenitud del amor que te tiene mi corazón. Amén.
Esta Oración es rezada en la Acción de Gracias, tras la Santa Misa, por toda la Familia Misionera de la Caridad, de la Beata Teresa de Calcuta
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