VIERNES DE LA XXº SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO
Vísperas (V. IV)
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo
V/. Dios mío, ven en mi auxilio.
R/. Señor, date prisa en socorrerme.Gloria al Padre, y al Hijo
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
HIMNO
Te damos gracias, Señor,
porque has depuesto la ira
y has detenido ante el pueblo
la mano que lo castiga.
Tú eres el Dios que nos salva,
la luz que nos ilumina,
la mano que nos sostiene
y el techo que nos cobija.
Y sacaremos con gozo
del manantial de la Vida
las aguas que dan al hombre
la fuerza que resucita.
Entonces proclamaremos:
«¡Cantadle con alegría!
¡El nombre de Dios es grande;
su caridad, infinita!
¡Que alabe al Señor la tierra!
Cantadle sus maravillas.
¡Qué grande, en medio del pueblo,
el Dios que nos justifica!» Amén.
SALMODIA
Antífona 1: Día tras día, te bendeciré, Señor, y narraré tus
maravillas.
Salmo 144,1-13a
Himno a la grandeza de Dios
Tú, Señor, el que eras y eres,
el Santo, eres justo. (Ap 16,5)
Te ensalzaré, Dios mío, mi rey;
bendeciré tu nombre por siempre jamás.
Día tras día te bendeciré
y alabaré tu nombre por siempre jamás.
Grande es el Señor, merece toda alabanza,
es incalculable su grandeza;
una generación pondera tus obras a la otra,
y le cuenta tus hazañas.
Alaban ellos la gloria de tu majestad,
y yo repito tus maravillas;
encarecen ellos tus temibles proezas,
y yo narro tus grandes acciones;
difunden la memoria de tu inmensa bondad,
y aclaman tus victorias.
El Señor es clemente y misericordioso,
lento a la cólera y rico en piedad;
el Señor es bueno con todos,
es cariñoso con todas sus criaturas.
Que todas tus criaturas te den gracias, Señor,
que te bendigan tus fieles;
que proclamen la gloria de tu reinado,
que hablen de tus hazañas;
explicando tus hazañas a los hombres,
la gloria y majestad de tu reinado.
Tu reinado es un reinado perpetuo,
tu gobierno va de edad en edad.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 1: Día tras día, te bendeciré, Señor, y narraré tus
maravillas.
Antífona 2: Los ojos de todos te están aguardando, Señor; tú estás
cerca de los que te invocan.
Salmo 144,13b-21
El Señor es fiel a sus palabras,
bondadoso en todas sus acciones.
El Señor sostiene a los que van a caer,
endereza a los que ya se doblan
.Los ojos de todos te están aguardando,
tú les das la comida a su tiempo;
abres tú la mano,
y sacias de favores a todo viviente.
El Señor es justo en todos sus caminos,
es bondadoso en todas sus acciones;
cerca está el Señor de los que lo invocan,
de los que lo invocan sinceramente.
Satisface los deseos de sus fieles,
escucha sus gritos, y los salva.
El Señor guarda a los que lo aman,
pero destruye a los malvados.
Pronuncie mi boca la alabanza del Señor,
todo viviente bendiga su santo nombre
por siempre jamás.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 2: Los ojos de todos te están aguardando, Señor; tu estás
cerca de los que te invocan.
Antífona 3: Justos y verdaderos son tus caminos, ¡oh Rey de los
siglos!
Cántico Ap 15,3-4
Himno de adoración
Grandes y maravillosas son tus obras,
Señor, Dios omnipotente,
justos y verdaderos tus caminos,
¡oh Rey de los siglos!
¿Quién no temerá, Señor,
y glorificará tu nombre?
Porque tú solo eres santo,
porque vendrán todas las naciones
y se postrarán en tu acatamiento,
porque tus juicios se hicieron manifiestos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 3: Justos y verdaderos son tus caminos,
¡oh Rey de los siglos!
LECTURA BREVE
Ahora no pesa condena alguna sobre los que están unidos a Cristo
Jesús, pues, por la unión con Cristo Jesús, la ley del Espíritu de vida
me ha librado de la ley del pecado y de la muerte. (Rm 8,1-2)
RESPONSORIO BREVE
V/. Cristo murió por los pecados, para conducirnos a Dios.
R/. Cristo murió por los pecados, para conducirnos a Dios.
V/. Como era hombre, lo mataron; pero, como poseía el Espíritu,
fue devuelto a la vida.
R/. Para conducirnos a Dios.
V/. Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
R/. Cristo murió por los pecados, para conducirnos a Dios.
Magníficat, ant.: Acuérdate de tu misericordia, Señor, como lo
habías prometido a nuestros padres.
MAGNIFICAT, Lc 1, 46-55
Alegría del alma en el Señor.
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Magníficat, ant.: Acuérdate de tu misericordia, Señor, como lo
habías prometido a nuestros padres.
PRECES
Invoquemos a Cristo, en quien confían los que conocen su nombre,
diciendo:
Señor, ten piedad.
Señor Jesucristo, consuelo de los humildes,
—dígnate sostener con tu gracia nuestra fragilidad, siempre
inclinada al pecado.
Que los que por nuestra debilidad estamos inclinados al mal
—por tu misericordia obtengamos el perdón.
Señor, a quien ofende el pecado y aplaca la penitencia,
—aparta de nosotros el azote de tu ira, merecido por nuestros
pecados.
Tú que perdonaste a la mujer arrepentida y cargaste sobre los
hombros la oveja descarriada,
—no apartes de nosotros tu misericordia.
Tú que por nosotros aceptaste el suplicio de la cruz,
—abre las puertas del cielo a todos los difuntos que en ti confiaron.
Siguiendo las enseñanzas de Jesucristo, digamos al Padre
celestial:
Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en
el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.
Oración
Dios omnipotente y eterno, que quisiste que tu Hijo sufriese
por la salvación de todos, haz que, inflamados en tu amor, sepamos
ofrecernos a ti como hostia viva.
—Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los
siglos.
R/. Amén.
CONCLUSIÓN
V/. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la
vida eterna.
R/. Amén.
23.8.13
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