B.E. MURILLO CRISTO EN LA CRUZ MUSEO METROPOLITANO DE NEW YORK
2P 1,10-11
Hermanos, poned cada vez más ahínco
en ir ratificando vuestro llamamiento y elección. Si lo hacéis así, no
fallaréis nunca; y os abrirán de par en par las puertas del reino eterno de
nuestro Señor y Salvador Jesucristo.
(Laudes 30.8.14)
Al
adornar el templo, no desprecies al hermano necesitado / OFICIO DE LECTURAS
30.8.14
San Juan Crisóstomo
Homilías sobre el
evangelio de san Mateo 50,3-4
¿Deseas honrar el cuerpo
de Cristo? No lo desprecies, pues, cuando lo contemples desnudo en los pobres,
ni lo honres aquí, en el templo, con lienzos de seda, si al salir lo abandonas
en su frío y desnudez. Porque el mismo que dijo: Esto es mi cuerpo, y con su palabra llevó a realidad lo que decía, afirmó también: Tuve hambre, y no me disteis de comer,y más adelante: Siempre que dejasteis de hacerlo a uno de estos pequeñuelos, a mí en persona
lo dejasteis de hacer. El templo no necesita vestidos y lienzos,
sino pureza de alma; los pobres, en cambio, necesitan que con sumo cuidado nos
preocupemos de ellos.
Reflexionemos, pues, y
honremos a Cristo con aquel mismo honor con que él desea ser honrado; pues,
cuando se quiere honrar a alguien, debemos pensar en el honor que a él le
agrada, no en el que a nosotros nos place. También Pedro pretendió honrar al
Señor cuando no quería dejarse lavar los pies, pero lo que él quería impedir no
era el honor que el Señor deseaba, sino todo lo contrario. Así tú debes
tributar al Señor el honor que él mismo te indicó, distribuyendo tus riquezas a
los pobres. Pues Dios no tiene ciertamente necesidad de vasos de oro, pero sí,
en cambio, desea almas semejantes al oro.
No digo esto con objeto
de prohibir la entrega de dones preciosos para los templos, pero sí que quiero
afirmar que, junto con estos dones y aun por encima de ellos, debe pensarse en
la caridad para con los pobres. Porque, si Dios acepta los dones para su
templo, le agradan, con todo, mucho más las ofrendas que se dan a los pobres.
En efecto, de la ofrenda hecha al templo sólo saca provecho quien la hizo; en
cambio, de la limosna saca provecho tanto quien la hace como quien la recibe.
El don dado para el templo puede ser motivo de vanagloria, la limosna, en
cambio, sólo es signo de amor y de caridad.
¿De qué serviría adornar
la mesa de Cristo con vasos de oro, si el mismo Cristo muere de hambre? Da
primero de comer al hambriento, y luego, con lo que te sobre, adornarás la mesa
de Cristo. ¿Quieres hacer ofrenda de vasos de oro y no eres capaz de dar un
vaso de agua? Y, ¿de qué serviría recubrir el altar con lienzos bordados de
oro, cuando niegas al mismo Señor el vestido necesario para cubrir su desnudez?
¿Qué ganas con ello? Dime si no: Si ves a un hambriento falto del alimento
indispensable y, sin preocuparte de su hambre, lo llevas a contemplar una mesa
adornada con vajilla de oro, ¿te dará las gracias de ello? ¿No se indignará más
bien contigo? O, si, viéndolo vestido de andrajos y muerto de frío, sin
acordarte de su desnudez, levantas en su honor monumentos de oro, afirmando que
con esto pretendes honrarlo, ¿no pensará él que quieres burlarte de su
indigencia con la más sarcástica de tus ironías?
Piensa, pues, que es
esto lo que haces con Cristo, cuando lo contemplas errante, peregrino y sin
techo y, sin recibirlo, te dedicas a adornar el pavimento, las paredes y las
columnas del templo. Con cadenas de plata sujetas lámparas, y te niegas a
visitarlo cuando él está encadenado en la cárcel. Con esto que estoy diciendo,
no pretendo prohibir el uso de tales adornos, pero sí que quiero afirmar que es
del todo necesario hacer lo uno sin descuidar lo otro; es más: os exhorto a que
sintáis mayor preocupación por el hermano necesitado que por el adorno del
templo. Nadie, en efecto, resultará condenado por omitir esto segundo, en
cambio, los castigos del infierno, el fuego inextinguible y la compañía de los
demonios están destinados para quienes descuiden lo primero. Por tanto, al
adornar el templo, procurad no despreciar al hermano necesitado, porque este
templo es mucho más precioso que aquel otro.
R/. Tuve hambre, y me
disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me
hospedasteis. Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con uno de éstos, mis
humildes hermanos, conmigo lo hicisteis.
V/. Quien se apiada del
pobre presta al Señor.
R/. Os aseguro que cada vez
que lo hicisteis con uno de éstos, mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis.
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario